Le pregunto al escritor Luis Alberto González Arenas, quien concibió el disco De vuelta a casa (PYL Records; 2015) en solidaridad con las familias de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, sobre las formas de su resistencia en estos terribles días mexicanos.
“Alimento a la bestia creativa para que haga de las suyas a diario. El hogar es algo vivo con lo que estoy adaptado. Respiro. Creo sistemas creativos de ejercicio físico que me dan calma y ánimos. Creo que también ayuda una pasión por la vida que siento de manera muy sincera. Aprecio estar vivo junto a las cosas simples y pequeñas, saber que los pájaros cantan allá afuera, que el sol y las lluvias de la primavera no se apagan, que las plantas van con secretos que me intriga encontrar”.
Le pregunto sobre cómo avanzan las horas en su casa: ¿son duras, son lentas, son frías?, ¿lo armonizan con el tiempo o lo asfixian?
“Aprecio reír, mirar y abrazar a mi hija, deconstruir mi relación con mi compañera para entendernos mejor, charlar con amigas y amigos con los que logro ser feliz escuchándolos y abrazándonos a través de palabras y reflexiones por medio de canales virtuales. Me ha sido importante, y como siempre necesario, entregarme a los placeres de la soledad, tener mi espacio, disfrutar de la diversidad de lo monótono”.
Le pregunto sobre las maneras que ha encontrado para no derrumbarse, para mantener su corazón curioso y fuerte a pesar de latir entre cosas rotas, brutalidad y mentiras.
“Creo fielmente que mi resistencia encuentra un sólido sostén gracias a la música y las artes que empatan con mi sangre y diluyen la ansiedad. Mientras hay un mundo geopolítico y partidista que se desgarra allá afuera, está la música y está el arte que siempre logran recordar lo mejor de la humanidad”.
Le pregunto sobre esperanza en una época de miedo, enfermedad y asesinato.
“En estos días se han abierto tantas plataformas culturales que me hace sentir una esperanza cálida al estar un poco más cerca de una democracia en este sentido, porque, claro, para disfrutarlas tienes que haber comido, dormido y tener acceso a la tecnología como el internet. Si tienes esos privilegios puedes tener a tu disposición tantas posibilidades artísticas que te hacen convivir mejor con el tiempo y el espíritu dentro del confinamiento. Eso sí: la madre de todas mis resistencias es siempre una espera constructiva con la que me gusta fraguar mis esperanzas”.
Lo que a Luis ya no le pregunto es si a veces piensa en el futuro.