Conozco a Víctor Manuel Rojas Amandi hace nueve años, cuando éramos compañeros de trabajo en la Universidad Iberoamericana CDMX.
Me llamó la atención que, en mi visita al senado universitario, quebró una lanza por mí, esto es, ponderó con argumentos sólidos mi trabajo al frente de la Coordinación Difusión Cultural de la universidad antecitada.
Después descubrí su impecable trayectoria como abogado y su producción escritural, que no tiene desperdicio.
Ahora nos sorprende con El principio Pacta sunt servanda y su recepción en el sistema jurídico mexicano.
Yo, lo confieso sin empacho, soy lego en estos menesteres, pero tengo intuición y advierto, entre otras virtudes, un agudo análisis de las entretelas, de las entrañas, del derecho en su doble vertiente:
interno e internacional público.
Por esto celebro la aparición de este libro, publicado por el Poder Judicial del Estado de México. ¿Por qué? Porque la prosa es al mismo tiempo transparente y precisa, además, porque se nota de inmediato una respiración internacional:
Víctor vivió en Alemania y, como el título indica: hay que cumplir los acuerdos, hay que honrar la palabra.
Mi enhorabuena por este gran logro, querido hermano Víctor.
Y que sigan los éxitos. Este libro, por último, abre puertas y ventanas para la reflexión a fondo acerca de la impartición del sistema de justicia en un país -nuestro México- profundamente lastimado por la inequidad, la corrupción y los flagrantes abusos de una comunidad política tan ineficiente como inoperante. Reitero mis parabienes.
Y a darle candela al jarro hasta que suelte el fondo.
