Para Víctor Flores in memoriam
El libro El principio Pacta sunt servanta y su recepción en el sistema jurídico mexicano, de mi muy querido amigo Víctor Manuel Rojas Amandi, publicado por el Poder Judicial del Estado de México, es un tan inteligente como agudo recorrido que abre puertas y ventanas para entender, de múltiple modo, cómo opera esta frase cuya traducción lacónica es, ni más ni menos, “hay que cumplir con los acuerdos”, y los acuerdos cristalizan en lo que conocemos como tratados que se tornan, a partir del conocimiento de la propia raíz, en una premisa del Derecho Internacional Público:
de la aplicación del principio en nuestro país se transita al ramillete de otras naciones.
El autor ha puesto en marcha toda su capacidad analítica con referencias locales e internacionales (él vivió en Alemania y se desdobla con fortuna en varios idiomas).
Llama la atención que en un pasaje del libro menciona a dos colosos de la exégesis del catolicismo: Agustín de Hipona (San Agustín) y Tomás de Aquino.
El pasaje o pasadizo es éste: “Agustín de Hipona y Tomás de Aquino defendieron el principio de la inviolabilidad de los contratos.
El segundo fue determinante al señalar que los contratos se deben cumplir, incluso, con respecto a los enemigos".
Yo recuerdo que fue Miguel de Unamuno quien afirmó que San Agustín bautizó a Platón y Santo Tomás bautizó a Aristóteles, claro, metafóricamente.
El libro avanza con una prosa de parejo rigor y avispada concentración donde, por cierto, despunta el sesudo comentario sobre los artículos atañederos a la Convención de Viena y su incidencia en los derechos humanos.
Celebro la aparición de este asedio al principio Pacta Sunt Servanda y brindo mis parabienes al doctor Víctor Rojas por tan estupenda obra para los paladines del derecho y, también, para los mortales de a pie.
Mis sinceras felicitaciones y que siga la imparable cadena de éxitos.