Política

Los cuidados como asunto público

El trabajo de cuidados es pilar fundamental de la sociedad. Sobre él descansa significativamente el bienestar físico y emocional de las personas, así como el desarrollo de las actividades sociales y económicas. Y si bien este es un hecho, también lo es que en México y en buena parte del mundo, los cuidados recaen en los hogares y, de manera desproporcionada, en mujeres y niñas. Son ellas las que procuran la educación y formación de los menores, el cuidado de la salud y de los cuerpos, así como el acompañamiento emocional de distintos miembros de la familia. También sobre las mujeres recae principalmente el mantenimiento del espacio doméstico: preparar la comida, limpiar la casa, lavar, planchar y un muy largo etcétera.

Se trata de un trabajo invisibilizado que además conlleva lo que la ilustradora francesa Emma Clit llamó, en alguna de sus viñetas, carga mental. Es decir, el hecho de estar constantemente planificando o recordando asuntos del hogar y de sus integrantes. Emma pone algunos ejemplos: “que el bebé creció 3 centímetros y ya no entra en sus pantalones”, “recodar que tienes que sumar cotonetes a la lista del super” o “que a tu compañero ya no le quedan camisas limpias”.

Desde luego, la forma como se organiza el trabajo de cuidados al interior de los hogares no es la misma. No sólo porque entran en contacto distintos vínculos de parentesco, de amistad o comunitarios, sino también por la posición socioeconómica: las familias que cuentan con ingresos medios o altos pueden contratar a una trabajadora del hogar (en cuya relación laboral se replica la poca valoración social y económica del propio trabajo), en tanto, un gran porcentaje de mujeres que se incorporan a un mercado laboral informal y precario tienen que lidiar a la vez con la carga del trabajo del hogar y de cuidados no remunerados.

En este sentido, no sólo bastaría con la redistribución equitativa del trabajo entre hombres y mujeres al interior de los hogares (que de por sí sería un gran logro), sino que en el trabajo de cuidados se debe ampliar la responsabilidad del Estado. Por ejemplo, a través de la inversión en infraestructura y servicios de cuidados, la articulación de los existentes esfuerzos en la materia a nivel local, la expansión de la protección social de las personas que desempeñan tareas de cuidado y el efectivo acceso a licencias de maternidad y paternidad.

La falta de una política de Estado en la materia ha permitido que, en la coyuntura actual, tanto el confinamiento como el desconfinamiento se sostenga notablemente sobre el tiempo y el trabajo físico y emocional de las mujeres, reflejado en la atención de las personas enfermas y las personas mayores, sumando ahora la vigilancia y acompañamiento de niñas y niños durante sus clases virtuales.

Por ello, resulta alarmante que el presidente naturalice el lugar desigual que las hijas, madres y abuelas tienen en la procuración de los cuidados. Y si bien, fuera de la figura presidencial existen esfuerzos en la materia desde INMUJERES y desde la Comisión de Igualdad Género de la Cámara de Diputados, dada la experiencia gubernamental, resulta fundamental que se coloque en la agenda del presidente para que sea un tema nacional. Es decir, tal y como ha sucedido con el tema del huachicol o con el pago de impuestos de grandes empresas, resulta necesario que los recursos materiales, financieros y simbólicos del gobierno se movilicen para avanzar hacia el horizonte del cuidado como derecho humano con cargas equitativas.

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Gauri Marín
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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