Sin duda alguna nuestro país vive tiempos obscuros. El hecho de que la propia titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos niegue la existencia de una crisis de violencia derivada de las desapariciones en México es una muestra clara de ello.
De por sí, desde el principio de la gestión de la señora Rosario Piedra Ibarra, ya había muestras de que más allá de ser una garante de los derechos humanos sería una funcionaria fiel el régimen y, hace unos días nos demostró que aquello de noventa por ciento honestidad y diez por ciento experiencia era ya una señal de la imposición de funcionarios que se caracterizan por una sumisión total al régimen; el hecho de que la propia titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, máximo órgano garante de los derechos humanos en nuestro país, negara la existencia de una crisis de violencia y, por ende, de derechos humanos en nuestro país, es un hecho lamentable y absolutamente condenable.
Lo dicho por Rosario Piedra sobre este tema, se da en el contexto de lo señalado por la ONU a través de la Comité contra la Desaparición Forzada en México y es lo siguiente: “Consideramos que el posicionamiento del presidente del Comité contra la Desaparición Forzada de la ONU está totalmente descontextualizado de las razones que motivan la persistencia de las desapariciones en nuestro país”.
Lo anterior, es una muestra fehaciente de que el discurso que la izquierda ha venido construyendo durante décadas en México es una total mentira, basta ver la declaración sobre el trabajo del mismo Comité, pero en 2020, de la propia señora Piedra: “Yo creo que sería muy importante que este Comité volviera a venir, porque ya estuvo cuando estaba en pleno auge la investigación de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y ellos llevaron una investigación profunda, pero que en aquel entonces el gobierno de Peña Nieto no les permitió avanzar ante ciertas líneas de investigación”.
No hay duda de que el régimen ha procurado que los funcionarios que deban puestos que deben ser críticos y garantes de la legalidad y los derechos humanos sean ocupados por personas que únicamente están ahí para ser fieles a un régimen que busca destruir la división de poderes, el sistema de protección de derechos humanos y de justicia, la democracia y el estado de derecho en México para favorecer a unos cuantos por medio de la corrupción.
México debe despertar ante esta realidad, más aún si consideramos que costó mucho trabajo y, un largo historial de violaciones de los derechos humanos por parte del estado mexicano, la construcción de un sistema de garante de los derechos humanos en México, como para que por intereses de un grupo de poder de corte socialista se destruya lo ya avanzado en materia de derechos humanos.