¿Cómo aportar pruebas del “sadismo en la alcoba nupcial”, de ese castigo que se inflige en la intimidad del hogar, imposible de ser visto ni oído?
Mercedes Pinto
Vaya a saber en qué libro, cuáles fuentes, por cuál investigación, vine a dar con Mercedes Pinto (1883-1976), nacida en las Islas Canarias y fallecida en la Ciudad de México a los 93 años. Y qué aspecto fue de su carácter o su profesión que me hizo anotar su nombre en mi agenda. Lo cierto es que en el momento que comienzo a estudiarla lo primero que me asombra es su multifacética condición. Cuando vi Él, la película de Buñuel, de 1952, no tenía la menor idea que estaba basada en su primera novela de 1926. Entonces lo primero que fundamos es que se trata de una narradora. Debo haberla encontrado en mis investigaciones de mujeres, puesto que sus ideas feministas y sus conferencias, notas periodísticas y actividades políticas son de verdadera avanzada para su época. Un solo ejemplo lo demuestra: en 1923 su conferencia dictada en la Universidad Central de Madrid, El divorcio como medida higiénica sorprende y escandaliza. La justificación de tamaña osadía se encuentra en su propia vida personal. Su marido, quien la sometía a terribles torturas físicas como mentales, sufría de una patología esquizofrénica. Su apelación tiene que ver consigo misma y tantas víctimas femeninas de violencia de pareja por tales razones.
Pablo Neruda e incluso Alfonso Reyes, en algún momento fueron sus amigos, sus apologistas o sencillamente sus colegas. Pero su gran amiga y de cierta manera su cómplice en la defensa de las mujeres fue Carmen de Burgos, activista hispana del feminismo.
Impulsada por su desventura, Mercedes huye de las Islas Canarias para llegar a Madrid y comenzar su periplo como activista y escritora abriendo rutas posibles de evasión con sus pequeñas hijas. Y es precisamente aquella conferencia como suplente de Carmen que a la sazón estaba enferma, por la que es conocida y admirada u odiada según la ideología de cada quien, por gente de la importancia del príncipe de Baviera, quien la invitó a conocer a su esposa. Espíritu libre y rotundo, Mercedes nunca advirtió que un ofrecimiento de la princesa como un cargo, no podía ser desechado. Pero se negó, viéndose otra vez perseguida, esta vez no por los vínculos afectivos, sino políticos. Nada menos que Primo de Rivera, amo indiscutible de España, la llama a su despacho, la interroga y la amonesta furiosamente. De modo que su situación la obliga a escapar a América con destino Montevideo a causa de su política libertaria.
Acompañada de Rubén Rojo, su futuro marido, y con quien engendrará dos hijos, con cartas para Juana de Ibarbourou y otras personalidades, llega a Uruguay con nuevas esperanzas. Aquí es bueno subrayar que Mercedes, proveniente de una familia de clase alta, a pesar de no haber tenido una educación formal como sucede a las mujeres de su tiempo, había recibido no obstante las bases educativas de su clase a través de nanas y maestros privados. De modo que no le cuesta mucho comenzar su carrera periodística, impulsar las artes como el teatro, fundar La Casa del Estudiante e insistir sobre puntos clave en la educación de la juventud latinoamericana.
Sin embargo, la impronta de los viajes obligados la impulsaron a los otros, a los de su elección. Así pues, parte a Chile donde reside un tiempo y se vuelve una vez más sobre la literatura escribiendo su segunda novela Ella, en 1934. Tiempo después parte a Cuba donde residirá siete u ocho años haciendo lo que le gusta y para lo cual tiene una disposición especial: tareas de educación, activismo en favor de los judíos contra la barbarie nazi y periodismo. En 1943 muere su segundo esposo, lo cual la empuja a viajar una vez más, en esta ocasión rumbo a México, donde residirá hasta el final de sus días. Ha encontrado por fin, eso que algunos de nosotros llamamos, un lugar en el mundo.
En México continúa su cruzada en favor de la educación experimental, de los derechos femeninos, de todo cuanto sea libertad y respeto a la condición humana en libertad de oportunidades y sin jerarquías. Sus hijos iniciados en el teatro, pronto acceden al cine español, lo que la lleva a viajar a España de tiempo en tiempo y ella misma a habitar en el teatro con textos dramáticos y guiones.
Comienza a escribir en Los jueves de Excelsior, obtiene en este mismo periódico una sección Ventanas de Colores, donde en muchos de sus textos cuenta los avatares de su propia vida alrededor de la famosa conferencia sobre el divorcio que hubo de cambiar los pasos y los senderos por los cuales andaría.
Mercedes Pinto vive en el viento, con el corazón frente al aire, con la frente y las manos frente al aire, enérgicamente sola, urgentemente viva. Su cabeza se arrolla y desenrolla en palabras que la rodean… terrible y amable en su trágica vestidura de luz y llamas, sentencia Pablo Neruda.