Busco de manera permanente lo que me gusta y me hace bien. Tengo demasiada energía, tendencia a la obsesión en el orden y limpieza y me distraigo con mucha facilidad.
Ello me ha llevado a indagar cómo puedo calmar la mente, las acciones y concentrarme en realizar una actividad a la vez.
Me he documentado desde algunos años y encontré los beneficios de la meditación en algunos autores como Pablo D’Ors, Daniel Coleman, Jack Kornfield y Brian Wells.
Confieso que al principio me costó mucho trabajo, porque desde mi más tierna infancia he sido inquieta, juguetona y hacía más de una tarea a la vez.
Sentía que meditar era una pérdida de tiempo ante mi gran lista de deberes.
Empecé con tiempos cortos, desde un minuto y aún así me resultaba sumamente difícil.
Con el tiempo aprendí que, para meditar como cualquier otra habilidad, se necesita coraje, paciencia, perseverancia y un ejercicio sistemático.
Esta práctica es una limpieza interior, un antídoto contra el estrés, tensiones, apatías y además, potencializa la concentración.
He escuchado a varias personas que meditar es huir de algunos aspectos de nuestra vida, pero esa idea es errónea, ya que nos ayuda a descubrir la felicidad interna y alcanzar una sensación de unidad en nuestras áreas de la vida.
Cito del libro Meditación para principiantes, de Jack Kornfield (España, 2012, Editorial Kairós), página 24:
“La meditación nos enseña a permanecer presentes y atentos a cada instante, con un corazón cada vez más abierto y una visión cada vez más clara.
La meditación nos enseña a abrirnos, a amar con todo nuestro corazón y a no tener miedo a expresar ese amor.
La meditación nos enseña aun en los momentos más difíciles, a desintoxicarnos de los inevitables altibajos de la vida y a vernos, de ese modo, menos afectados por los cambios, independientemente que sean dolorosos o placenteros.”
Dejé de ser mujer multitareas para sumergirme en cada una de las labores que realizo: cuando escribo, sólo escribo; cuando como, sólo como; cuando estoy con una persona querida, sólo la escucho.
Es lo que hacen los monjes budistas y quienes nos acercamos al despertar de la conciencia.
Coincido con Pablo d’Ors en su libro Biografía del silencio, (México, 2015, página 31):
“Gracias a la meditación he ido descubriendo que no hay yo y mundo, sino que mundo y yo son una misma y única cosa.
” Yo adhiero que nuestras acciones pueden ser aventuras, aún si son grises.
La meditación siempre hace bien, no importa tu estado de ánimo.