Dicen que “la vida es 10 por ciento lo que nos sucede y 90 la manera en que reaccionamos”.
Tal parece que a esta máxima nadie se ha tomado la molestia de comunicársela al alcalde de Piedras Negras, el morenista Jacobo Rodríguez, quien, durante una sesión de preguntas y respuestas, recriminó de forma abrupta a una periodista que le inquirió si estaría dispuesto a someterse a un examen antidopaje.
En la conferencia, el presidente municipal evidenció su incomodidad ante la pregunta directa, más aún considerando que él mismo había sugerido la aplicación de este tipo de pruebas a bomberos y otros servidores públicos.
En lugar de limitarse a responder —con un simple “sí” o “no”—, Rodríguez optó por desviar la atención hacia otras figuras políticas y funcionarios, como el gerente de SIMAS, Lorenzo Menera, y ex alcaldes como Norma Treviño, Claudio Bres y Fernando Purón. “¿Por qué no le preguntas a Lorenzo?
¿Por qué no le preguntas a los regidores? Porque te la pasas con ellos”, contestó, aludiendo incluso a funcionarios ya fallecidos y a ex colaboradores municipales, en un despliegue retórico más cercano al reproche personal que a la rendición de cuentas.
Dicen también que “el que se enoja, pierde” y lamentablemente, el alcalde perdió y lo hizo de forma notable.
Perdió porque, como funcionario público, está sujeto al escrutinio ciudadano y debe responder con transparencia a cuestionamientos legítimos, especialmente cuando se formulan de manera concreta y respetuosa.
Perdió también porque la pregunta provenía de una mujer periodista que ejercía con corrección su oficio, y hoy en día, las reacciones cargadas de machismo y desdén no solo son inadmisibles, sino que se juzgan con dureza en la opinión pública.
Este mismo día, el alcalde se vio obligado a ofrecer disculpas. Pero la pregunta persiste: ¿por qué y para qué llegar a este punto?
Un poco de serenidad, mesura y, sobre todo, atención precisa a lo que se pregunta, habrían evitado que Jacobo Rodríguez tuviera que reparar su error a la postre. El daño, sin embargo, ya está hecho.
Jacobo, qué pena. Si vuelves a escuchar el registro de la conferencia, notarás que la reportera planteó una pregunta cerrada.
La respuesta era binaria: sí o no.
Elegiste la confrontación y con ello, aunque te hayas practicado la prueba o no, el resultado pareciera que quedó a la vista de todos.