En México, el 98 por ciento de los embarazos y partos son tratados en hospitales, clínicas de salud y consultorios privados, mientras que sólo 2 por ciento son atendidos por parteras, a pesar de que ésta es una práctica segura, confiable y, muchas veces, más humanizada en su trato y apoyo a la mujer que la práctica médica común.
Organizaciones de la sociedad civil, como el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), el Centro de Análisis e Investigación Fundar y la Asociación Mexicana de Partería (AMP) han señalado que la opción de que una familia decida recibir un bebé en casa se inserta en una propuesta llamada parto humanizado, la cual considera que parto y embarazo “son procesos fisiológicos para los que el cuerpo de la mujer está preparado”, que la medicina es útil “sólo en situaciones de emergencia”, y que el objetivo de la atención es que la experiencia de la mujer sea satisfactoria, informada y segura.
En 2010, el Tribunal Europeo sentenció la opción del parto en casa como un derecho humano, mientras la Confederación Internacional de Matronas (ICM, por sus siglas en inglés) considera que la mujer tiene derecho a elegir un parto en casa seguro, siempre que sea una decisión informada y con la ayuda de una matrona.
Elsa Conde, titular del Programa de Asuntos de Igualdad entre Mujeres y Hombres de la CNDH,ha señalado que en México se han establecido “modelos de humanizar” esa actividad como algo natural; sin embargo, muchas mujeres que optarían por un parto natural acuden a clínicas y hospitales por el temor de perder beneficios de programas sociales y no poder hacer legal el nacimiento de sus hijos mediante documentos oficiales.
Quienes prestan el servicio de partería pueden ser: licenciadas en enfermería y obstetricia, parteras profesionales (formadas en el extranjero, en donde existe la partería como profesión), parteras técnicas (egresadas de escuelas de partería de nivel técnico) y parteras rurales o tradicionales (sin educación formal).
De acuerdo con el informe “El estado de las parteras en el mundo”, en 2014 existían 15 mil parteras tradicionales en México. La legislación las considera y su actividad se sustenta con el reconocimiento de la medicina tradicional desde 1990, pero las califica como “personal de salud no profesional”.
Hay parteras certificadas, técnicas, profesionales y tradicionales (YouTube)
Una partera tradicional debe ir a las capacitaciones que imparte la Secretaría de Salud una vez al mes y llevar una bitácora de las embarazadas para recibir una credencial con la que puede tener acceso al hospital con la paciente, en caso de que el parto se complique, y expedir el documento para el registro del recién nacido.
Angelina es una partera que asiste a estas reuniones, tiene la constancia que la acredita como partera tradicional certificada y una libreta de la Secretaría de Salud en donde apunta sus consultas. Sin embargo, opina que el seguimiento de la autoridad tiene que ver más con restringir su labor.
Dice que el sistema de salud las llama, les enseña y da clases, pero al final no les permite hacer su labor porque no tienen título profesional, no pueden usar jeringas porque no son enfermeras, ni pueden usar plantas medicinales porque no estudiaron herbolaria.
Ante esta situación se creó la Asociación Mexicana de Partería (AMP), que “reúne los esfuerzos de parteras y personas comprometidas en nuestro país con hacer del embarazo, el parto y el postparto una experiencia segura, gozosa y digna. Trabaja para ser el órgano a nivel nacional que promueve el bienestar perinatal y post-natal de madres y bebés a través de la confianza en el parto natural, el saber profesional de las parteras mexicanas con base en la más reciente evidencia científica”.
La AMP, integrante de la Confederación Internacional de Matronas con sede en Estados Unidos, señala también que “la partera es una profesional autónoma que, habiéndose formado en partería a través de sistemas educativos formales, informales o tradicionales, ha adquirido las competencias y el reconocimiento de un órgano autónomo integrado por parteras. La partera acompaña a la mujer tomando en cuenta su cultura, sus necesidades y sus creencias”.
De igual forma, en mayo de 2017 se creó Parteras de Hoy, una iniciativa de 24 organizaciones de la sociedad civil para promover esta práctica en México mediante proyectos financiados por la Fundación MacArthur y coordinados por el GIRE y el grupo Investigación en Salud y Demografía (INSAD).
“La partería en México tiene gran arraigo en muchas regiones del país por sus conocimientos y prácticas altamente confiables”, aseguró entonces Regina Tamés, directora general de GIRE. Parteras de Hoy tiene como fin informar a todas las mujeres y sus familias sobre la práctica actual de la partería, sus beneficios y ventajas para ellas y sus bebés, rompiendo los mitos que hay sobre este tema.
Los servicios de salud deben admitir la participación de parteras certificadas (Especial)
También promueve que el sistema de salud y la sociedad reconozcan a la partería como una práctica confiable, del mismo modo que en Chile, España, Inglaterra y Holanda, entre muchos otros países.
La campaña se difunde a través de la página web www.parterasdehoy.org, así como en Facebook con el mismo nombre, con el objetivo de que las mujeres conozcan una alternativa de atención profesional y personalizada para su embarazo.
Asimismo, con el fin de apoyar la integración e intercambio del trabajo que realiza la sociedad civil en el tema, y como parte de la estrategia para difundir el trabajo de partería en México, INSAD (Investigación en Salud y Demografía) presentó los avances de lo que será la plataforma de la comunidad de partería en México (www.comunidadparteriamexico.org)
A su vez, el Museo Nacional de las Culturas del Mundo es sede desde mayo y hasta agosto de este año del foro “La partería tradicional: Saberes y prácticas en riesgo”.
En esas jornadas se analizará la problemática de las mujeres y los hombres que practican los cuidados perinatales en México relacionados con su conocimiento ancestral proveniente de los pueblos indígenas y la imposición de políticas públicas de salud que tienden a marginarlos.
*Con información de Fundar, GIRE, INSAD y AMP
AG