Han entrado en funciones las nuevas administraciones municipales, los alcaldes han dado a conocer los colaboradores que ocuparán las distintas direcciones y demás puestos claves; los suertudos aparecieron en la lista, los más, amigos personales del alcalde, pocos recomendados por el partido o personas cercanas al presidente con fuerza para acomodar a otros, los que se reeligieron quizá hicieron ajustes en sus colaboradores porque no dieron el ancho o quizá resultaron incómodos por no entrar en componendas siendo sustituidos por otros más dóciles, no tan honestos honestos honestos o hábiles para las transas o porque su trabajo fue realmente destacado, los menos, y sería inexplicable su cambio. Obviamente que no escaparon a críticas porque siempre hay tela de donde cortar.
Podríamos decir que los procesos fueron similares en cada municipio de Coahuila según se pudo observar.
De pronto recordé que Baltasar Gracián, cuando en 1650 escribió la primera parte de su magistral obra El Criticón: sabiduría práctica, asentó lo que expresó en otras palabras:
dense cuenta de que los que habían de ser cabezas por su cordura y conocimiento, andan por los suelos, humillados, borrados y desalentados. Contrariamente los que debían ser patas, por no saber las cosas ni entender las materias, gente inepta, sin erudición ni práctica, esos mandan…
Estas palabras escritas hace tantos siglos por desgracia no pierden vigencia, al contrario, su valor crece porque hoy en día se impone la mediocridad en todos o casi todos los ámbitos de la vida, especialmente en lo político donde son tan escasas las mentes pensantes, verdaderamente preparadas, lúcidas en sus propuesta, hábiles para concretarlas bajo su dirección y liderazgo, logrando a través de ello, el reconocimiento auténtico, sin necesidad de recomendaciones o credenciales de antepasados que lograron posiciones destacadas en ese ámbito.
Desafortunadamente esos puestos no se logran por exámenes de oposición, por los cuales concurrieran quienes se supieran poseedores de recursos profesionales, educativos, experiencia suficiente y honestidad probada para competir y ganar los cargos, nuestro sistema no se atreve a formar gabinetes a través de estos procesos, pero cambiarlos, nos evitaríamos fiascos en las administraciones públicas.