La moraleja es que nada pasa desapercibido para la lente magnificadora de la política, sobre todo cuando se trata de contradicciones materiales.
Beatriz Gutiérrez Müller, quien lleva casi veinte años casada con Andrés Manuel López Obrador, exhibe una vida ostentosa. De acuerdo con un reportaje firmado por los periodistas Joan Guirado y David Yaguë, del diario ABC, la señora se mudará a La Moraleja, una zona residencial ubicada en lo que fuera el coto de caza del rey Carlos III.
La crítica no es por decidirse a vivir en otro país, sino porque escogió hacerlo en el código postal más caro de España. Es obvio que hay que contar con medios para pagarse una vida así. De cumplirse la profecía, entre otros supermillonarios, serían sus vecinos el actor estadunidense Richard Gere y el futbolista español Sergio Ramos.
De acuerdo con la agencia tributaria española, quienes habitan en ese código postal —después de haber pagado sus impuestos— presumen ingresos promedio de 136 mil euros, es decir, casi tres millones de pesos mexicanos.
En La Moraleja el ingreso es tres veces superior al registrado en la zona residencial de Valdelagua, donde actualmente habita el ex presidente Enrique Peña Nieto, y un tercio más alto, si se compara con el barrio de Salamanca, donde se encuentra refugiado su homólogo Felipe Calderón.
¿Con qué recursos cuenta Beatriz Gutiérrez Müller para pagarse una vida en La Moraleja? Juan Gutiérrez Müller, su padre, fue un modesto empresario de la ciudad de Morelia, así que por vía de herencia ella no podría explicar nada.
Ella ha hecho vida profesional en la academia, principalmente en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; tampoco ese cargo justificaría tamaño ascenso social. Queda como explicación que su marido —quien abolió la pensión presidencial— le ayude a cubrir sus gastos. Sin embargo, de acuerdo con la declaración de bienes de AMLO, sus ingresos provienen de la venta de sus libros y, por más que se hayan vendido bien, esos derechos difícilmente servirían para cubrir la manutención de la quinta La Chingada, en Chiapas, y, al mismo tiempo, el ritmo de gasto exigido por La Moraleja, en Madrid.
Zoom: Aquí hay una contradicción que no es asunto privado, sino público. No solo se trata del doble discurso, sino de saber cuál es la fuente real de los recursos que permiten ostentar un determinado estilo de vida.