Cultura

Los escritos irreverentes de Twain

El título del pequeño libro de Mark Twain me llamó la atención: “Los escritos irreverentes”. Yo desconocía ese texto y me picó la curiosidad saber que se trataba de una obra póstuma: ese tipo de obras son interesantes porque casi siempre existen fuertes razones por las que el autor decidió no dar a publicar el trabajo.

Basta con avanzar las primeras páginas para comprender por qué es una obra póstuma: de publicarla en vida, Mark Twain hubiera muerto linchado. Se trata básicamente de una sátira sobre la Biblia cristiana llevada a cabo con excelente sentido del humor y a la vez con su aguda capacidad para la reflexión.

Lo que más llamó mi atención fue la reflexión sobre el mito del Edén perdido. Para Twain es notable que el árbol del bien y del mal estuviese prohibido: el ser humano, mientras no probara su fruto, permanecería en el Edén siendo una bestia entre las bestias, tan inocente como ellas. Pero cayó en la tentación y con ello aprendió sobre el bien y el mal, esto es, sobre la moral. Dios, dice Twain, tenía la moral en baja estima ya que “había hecho todo cuanto estaba en su torpe mano para evitar que sus alegres niños del Jardín la adquirieran”. Más adelante mencionará el tema de los celos de Dios, pero lo que me interesa es lo que dice respecto a la baja estima de Dios sobre la moral y la alta valoración que hoy la Iglesia tiene de ese “don más noble del ser humano”: ese mismo “don” que Dios no deseaba para el humano.

Kant considera que el sentido moral no es en definitiva el camino a la felicidad. Si el ser humano lo posee, es porque para otros fines se encuentra en el mundo y no simplemente para ser feliz: para ser digno de ser feliz. Dignidades aparte, es notable la coincidencia entre Kant y Twain: la razón práctica, el sentido moral, el saber del bien y del mal, es un lastre para cualquiera que desee ser feliz.

Con lo anterior no pretendo de ninguna manera ir contra la capacidad reflexiva sobre el bien y el mal, sino simplemente notar que esa capacidad no formaba parte del Jardín del Edén ni de su sanidad mental y su felicidad perpetua.

El mito del Edén perdido es la más genial parábola sobre la historia de la evolución de un ser que bajó del dosel de la selva, dejó atrás la moral natural de la manada y creó una nueva forma de ser.

Tanto para bien como para mal, somos inevitablemente seres éticos y/o morales.


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Paulina Rivero Weber
  • Paulina Rivero Weber
  • [email protected]
  • Es licenciada, maestra y doctora en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Sus líneas de investigación se centran en temas de Ética y Bioética, en particular en los pensamientos de los griegos antiguos, así como de Spinoza, Nietzsche, Heidegger.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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