Política

La pastilla (segunda parte)

Mi última entrega cerró con una provocación que adapté del libro Ética para el mundo real, en el que Peter Singer se preguntaba sobre la validez moral de producir y suministrar algún fármaco para nulificar el comportamiento antisocial y violento. La idea no suena del todo descabellada, pero intentar “apagar” la autonomía individual, sin duda, es una medida éticamente controvertida que exige una larga discusión pública donde habrá que resolver los dilemas morales que salgan al paso.

Quien “zanja” un dilema ético, por lo regular enfrenta el riesgo de caer en un fallo moral. La vía A obliga a la renuncia de B. Imposible automatizar una operación industrial sin despedir a una parte de la plantilla; no puedes desconectar al paciente del respirador artificial sin provocarle la muerte; impensable aplacar un motín sin recurrir a ciertas formas de violencia.

A simple vista, la resolución de un dilema ético nos empuja a declinar una vía moralmente deseable para abrazar otra que consideramos más valiosa. Lo cierto es que el saldo en contra siempre nos deja un sabor a cobre en la boca. ¿Hay alguna salida? ¿Podemos encarar y tratar los dilemas éticos eludiendo el fallo moral?

Imaginemos que las declaraciones del padre de las tres niñas asesinadas en la Costa de Hermosillo movilizaron a miles de personas enfurecidas que exigían al alcalde que tramitara el suministro de la pastilla. Visto así, el presidente municipal enfrentaría el siguiente dilema: ¿Hago las gestiones necesarias para que al asesino le sea suministrado el fármaco y/o me abstengo de hacer las gestiones requeridas?

Para no caer en un fallo moral, el presidente municipal deberá buscar el siguiente resultado: a) recuperar la paz social garantizando la convivencia pacífica y armónica, sin violentar los DDHH; b) inhibir las conductas violentas que terminan en actos criminales, sin violentar las garantías individuales, asegurando en todo momento el respeto a la dignidad de quien pueda resultar afectado.

Abordar adecuadamente la situación implica tener plena claridad respecto a qué es lo moralmente correcto e incorrecto, los resultados que conducirían al fallo moral y mantener a raya cualquier alternativa ideal que no pueda aplicarse en la realidad.

Imposible resolver un dilema tan complejo echando mano de la intuición, recurriendo a un solo principio moral o tratando de cerrar la historia, buscando tener el menor número de afectados posible. De la metodología que podría resolverlo, hablaré en mi próxima entrega.


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Pablo Ayala Enríquez
  • Pablo Ayala Enríquez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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