Política

Conversaciones incómodas

Tras una reunión de trabajo volví a caer en cuenta de lo delgada que es la línea que separa una conversación incómoda “a secas” de una conversación incómoda de carácter ético. Me explico.

Jürgen Habermas, filósofo alemán, exponente principalísimo de la ética dialógica, en su Teoría de la acción comunicativa nos regaló una serie de pautas para sostener diálogos éticamente válidos, tomando como punto de partida los criterios de rectitud normativa, verdad y veracidad. Usaré un ejemplo para clarificar el punto.

Imagine que alguien le pide lo siguiente: “Dada tu cercanía con él debes hablar con Fran. De buena fuente me enteré de que algunos de sus reportes directos le juegan sucio. Si le cae encima una auditoría, no hay forma de que salga bien librado”. Tu primera reacción fue callar, pero lo dicho por tu colega, simplemente, confirma algo que has venido escuchando, de ahí que decides hablar con él.

Para Habermas, tu conversación debería partir de la búsqueda de la rectitud normativa, es decir, del establecimiento de acuerdos alineados a las normas que regulan el actuar ético que razonablemente desea la sociedad. El segundo criterio es la verdad, la cual aquí se entiende como la capacidad de demostrar tanto la veracidad de los argumentos que se emplean, como la validez racional de los juicios morales que giran alrededor de éstos. El tercero se relaciona con la veracidad, es decir, con la posibilidad de que todo aquello que surja del diálogo resista la interpretación crítica de otros agentes comunicativos.

Sin duda, una conversación de este tipo no será esa cotidiana que trata sobre el clima, o una divertida que busca arrancar o distender la charla, tampoco será una de esas que pretenden quedarse en el plano de la lucidez que deslumbra hablando de películas, libros o con el recuento detallado de acontecimientos. Este tipo de conversaciones cruza el fondo de las serias, es decir, esas donde las bromas se guardan para otro momento, rebasando, incluso, la profundidad de las charlas duras que prescinden de las medias tintas y las medias verdades.

Vistas así, las éticas son conversaciones incómodas que muchas veces duelen por todo lo que revelan y dejan expuesto, pero que al mismo tiempo ofrecen el bálsamo de la buena intención, la honestidad, valentía y bondad. Molestas sin duda, pero mucho más fructíferas que las cantarinas y correctas, por todo aquello que alinean, frenan y, en ocasiones, logran evitar.

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Pablo Ayala Enríquez
  • Pablo Ayala Enríquez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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