Los leoneses nos acostumbramos a que el circular por la zona representaría todo un calvario. El tramo de la avenida Miguel Alemán que va desde el rumbo de la Central Metropolitana de Autobuses, a la altura de las calles Leandro Valle o más aún, desde el bulevar Mariano Escobedo, hasta prácticamente el bulevar López Mateos, era uno de esos espacios difíciles, pero necesarios: caos, desorden, basura, embotellamientos, robos...
A fuerza de conocer y concebir durante años el barrio de esa manera, y no de otra, pareciera que nos fue mentalizando de tal forma que no imaginábamos cómo podría ser diferente.
Por esos diez pares de manzanas que conforman el polígono, donde confluye el paso del Sistema Integrado de Transporte, popularmente conocido como La Oruga, docenas de emblemáticos comercios de todos los giros imaginables, hoteles, y el mismísimo Mercado Aldama, la calidad de los servicios públicos se fue deteriorando.
Pero todo eso ha quedado atrás desde el pasado 14 de abril, donde el proceso de reordenamiento de la avenida Miguel Alemán inició gracias a la acción decidida de la alcaldesa de León, Alejandra Gutiérrez Campos.
Ese día, muy temprano, antes de que saliera el sol, Ale encabezó el operativo donde participaron varias dependencias, como la Secretaría de Seguridad, Prevención y Protección Ciudadana de León, que paulatinamente ha traido más seguridad a la zona. Hoy se puede caminar con confianza por ahí, sin temor de ser atacados por asaltantes o carteristas como antaño.
La Policía Vial ha hecho lo suyo, garantizando un tránsito vehicular más ágil en esa avenida, haciendo respetar semáforos, restricciones a la circulación, áreas de estacionamiento y hasta agilizando el ascenso y descenso de pasaje, acabando con las aglomeraciones que causaban los taxistas esperando en las esquinas.
Desarrollo Urbano hace respetar el uso de suelo, el SIAP la recolección de los residuos, y hasta Obra Pública ha participado con el remozamiento de los paraderos en la zona.
¿El resultado? La recuperación de un espacio público que, como en este caso, cambió de manera sustancial el rostro de nuestra ciudad.
¿Qué hacía falta? Solo una dosis de voluntad política. Solo eso.