La seguridad vial es un aspecto fundamental que concierne a todos los ciudadanos y las ciudadanas y que debe ser abordado con la seriedad que merece.
Sin embargo, a menudo se pasa por alto o se subestima, lo que resulta en consecuencias devastadoras en forma de accidentes viales y pérdidas de vidas humanas.
Por lo que es hora de reconocer que la seguridad vial no es un asunto trivial, sino una cuestión de salud pública que requiere una atención prioritaria por parte de las autoridades y la sociedad en su conjunto.
Para hacer frente a lo anterior, la llamada “Estrategia Visión Cero”, la cual busca prevenir todas las muertes y lesiones graves por siniestros de tráfico, se creó como un enfoque revolucionario que pone en el centro de atención la seguridad de todos los usuarios de las vías.
Sin embargo, su implementación y efectividad dependen en gran medida de la voluntad política y la acción coordinada de las autoridades competentes.
Uno de los principios fundamentales de Visión Cero es reconocer que las personas cometen errores y que el sistema vial debe diseñarse para mitigar las consecuencias de dichas faltas.
Esto significa que no se puede culpar únicamente a los usuarios de las vías cuando ocurre un accidente, sino que se deben abordar las deficiencias del sistema en su conjunto.
Es inaceptable que se culpe al conductor de un siniestro vial, por ejemplo, sin considerar las condiciones de la vía, las señalizaciones, el estado del vehículo y otros factores relevantes que pueden contribuir al accidente.
Se vuelve necesario entender que la seguridad vial no es responsabilidad exclusiva de los conductores o demás usuarios de la vía pública, sino que es un compromiso colectivo que involucra a todos los actores clave detrás de lo que ocurre en una ciudad, incluidas las autoridades locales y nacionales, los planificadores urbanos, los diseñadores de carreteras, los fabricantes de vehículos y, por supuesto, los propios ciudadanos.
Ya que la seguridad vial no se logra con medidas aisladas, como la imposición de multas o la limitación de la velocidad, sino con un enfoque integral que abarque la mejora de la infraestructura vial, la creación e impulso de políticas públicas que incentiven la movilidad activa, y la aplicación de tecnologías de seguridad avanzadas.
Es alentador ver que la estrategia de Visión Cero ha tenido éxito en Europa y que se está extendiendo a otras partes del mundo.
No obstante, su implementación requiere un compromiso real por parte de las autoridades y la asignación de recursos adecuados para llevar a cabo las medidas necesarias.
Considerando lo anterior, se vuelve imperativo adoptar una cultura de seguridad vial que valore la vida por encima de cualquier otra consideración y que involucre a todas las partes interesadas para trabajar de manera conjunta en la mejora constante de la infraestructura vial y la reducción de riesgos.
Solo a través de un compromiso continuo y acciones concretas lograremos un cambio significativo en la seguridad vial, disminuyendo los accidentes y preservando vidas humanas de manera efectiva.
Por ende, considero importante que continuemos llamando a las autoridades mexicanas a tomar medidas concretas y urgentes para implementar estrategias efectivas de seguridad vial, en línea con los principios de Visión Cero.
Pues es necesario asignar recursos adecuados, mejorar la infraestructura vial y promover una cultura de respeto y responsabilidad entre todos los usuarios de las vías.