En la penumbra de la madrugada del 13 de noviembre, los habitantes de Ecatepec se vieron envueltos en un horrible hallazgo.
Un hombre, de aproximadamente entre 35 y 40 años, cuya identidad aún permanece desconocida, fue víctima de un acto de violencia atroz.
Parte de sus restos fueron ubicados afuera de un establecimiento, como un “llamado de atención”.
Las circunstancias de este lamentable suceso revelan una violencia despiadada que va más allá de lo común.
La víctima, luego de sufrir aparentemente violencia física, fue utilizada como un símbolo de poder por parte de los perpetradores, quienes dejaron una amenaza dirigida a los conductores del transporte público de Ecatepec, junto a sus restos.
No tengo palabras para describir este suceso.
La realidad, una vez más, ha superado la ficción y se nos sigue mostrando frívola, cruda y violenta para las mexicanas y los mexicanos que no vemos descanso con respecto al tema de la inseguridad.
Porque la violencia es lo único que crece en este país en el que las instituciones y nuestros gobernantes nos han dejado
“a la buena de Dios”.
Y me pregunto: ¿Cuándo se volvió “el pan de cada día” el encontrarnos con este tipo de noticias? ¿Por qué esto no está siendo tema a nivel nacional?
Lo peor que podemos hacer, es convertirnos en parte de este círculo vicioso que tiene sumido en las tinieblas a México; porque ignorando este tipo de acontecimientos, o acostumbrándonos a ellos es, de alguna forma, volvernos parte del problema.
Lo ocurrido con el conductor de transporte público no solo constituye una amenaza directa a la vida de los trabajadores de ese medio de transporte, quienes ya de por sí adolecen la
deficiencia del sistema, sino que también destaca la urgencia de abordar las múltiples necesidades y desafíos que enfrentan, a las cuales se suma el que estén a merced del crimen organizado.
Las autoridades deben actuar con rapidez y determinación, no solo para dar con los responsables de este crimen atroz, sino también para implementar medidas que fortalezcan la seguridad en el transporte público y en todos los medios de transporte.
Este incidente debería servir como un llamado de atención urgente para abordar la creciente violencia en la región y la vulnerabilidad de aquellos que dependen de dicho medio para
sus desplazamientos diarios.
Pero, además de abordar la violencia del crimen organizado, también es crucial considerar las diversas necesidades y desafíos que enfrenta este medio de transporte en Ecatepec.
La falta de recursos, la infraestructura deficiente y las condiciones laborales precarias contribuyen a un entorno propicio para actos violentos.
La respuesta de las autoridades debe ser integral, abordando no solo la violencia inmediata, sino también los factores subyacentes que la perpetúan.
La comunidad de Ecatepec necesita respuestas claras y acciones concretas por parte de las autoridades.
Las autoridades deben darle frente a los problemas de inseguridad, sino también a las condiciones estructurales que permiten que la violencia florezca.
La seguridad de Ecatepec y de todo el país depende de respuestas inmediatas y medidas a largo plazo para garantizar una vida digna para todas y todos.