Los pensamientos son procesos mentales para formar ideas y representaciones de la realidad, tanto voluntarios como involuntarios, y se manifiestan a través de ideas, recuerdos y creencias.
Pensar es una actividad mediante la cual se procesa y organiza información, abarcando actividades como el aprendizaje, la percepción y la toma de decisiones.
Se han clasificado varios tipos de pensamiento, cada uno con características propias: Pensamiento Deductivo, Pensamiento Inductivo, Pensamiento Analítico y Pensamiento Lateral.
Los pensamientos tienen un impacto significativo en nuestras emociones y comportamientos. Incluso se ha observado que muchas personas operan en un estado de piloto automático, donde sus pensamientos automáticos influyen en cómo se sienten y actúan sin un control consciente.
Además, los pensamientos negativos tienden a intensificarse cuando se intenta suprimirlos, lo que puede llevar a ciclos de ansiedad o estrés.
Los pensamientos crean las emociones y las emociones provocan intenciones y éstas generan comportamientos.
En una enseñanza antigua de los indios del norte de América se relata al abuelo sabio diciendo: "Yo tengo dos lobos peleando en mi corazón. Uno es vengativo y destructivo; el otro es amoroso y compasivo.
Los que escuchan al viejo sabio le preguntan cuál lobo ganara la pelea en su corazón, el anciano responde: el lobo que yo alimente".
Los pensamientos que sembramos en nuestra mente crean la forma de ver la vida e incluso nuestra manera de hablar, crean también las emociones que experimentamos y dan como fruto nuestro comportamiento.
Por ello es nuestra responsabilidad alimentar nuestra mente, construir nuestra vida con pensamientos correctos.
El orden mental nos ayuda a tener las ideas más claras, a poder definir mejor nuestras metas y darles el seguimiento que requieren para llevarlas a cabo.
El orden exterior nos ayuda visualmente y nos permite sentir la certeza de que tenemos el control y de que sabemos exactamente en dónde está lo que necesitamos para funcionar bien en cada momento.
El orden nos ayuda a mantenernos conscientes de lo que tenemos que hacer y a descubrirnos cuando no estemos haciendo lo correcto.
El equilibrio nos provee de paz interior para apreciar la belleza que nos rodea, apreciar a las personas con las que nos relacionamos y comprender a los demás.
Cuando nuestra mente está llena de asuntos sin resolver, de metas no realizadas, de sueños truncados, de negatividad y frustración, no funcionamos óptimamente.
Si liberamos nuestra mente y la despejamos de negatividad, la creatividad fluirá y con ella podremos disfrutar cada los momentos de la vida y a las personas que nos rodean.