Ciencia y Salud

Las recompensas

  • Para Reflexionar
  • Las recompensas
  • Luis Rey Delgado García

Una costumbre muy común en algunos padres es la de recompensar a sus hijos por comportarse en forma debida. 

Esto puede parecer lógico y muy saludable a cualquiera, si recompensamos la buena conducta de un niño, entonces lo estaremos estimulando a que en el futuro se comporte cada vez mejor.

Pero a veces los padres malinterpretan este método para controlar la conducta de sus hijos y, más que recompensarlos por su buena actuación, les “pagan” para que se porten bien.

Me refiero a aquel niño que llora, grita y se lamenta, y a su madre o abuela dándole una moneda para alegrarlo, me refiero a aquella madre que le dice a su hijo “si dejas de ensuciar en el patio te llevo al cine”, “si no te manchas la ropa hoy, te compro un helado”. 

A través de este método solo vamos a lograr una cosa: un hijo que, para comportarse en forma debida, nos va a exigir un pago o la firme promesa del mismo, ¡por adelantado!

Pero, ¿Por qué tenemos que recompensar con algo para formar hábitos de conducta adecuada en nuestros hijos? 

Tal parece que los vemos como unas “maquinitas” que si hacen algo que nos gusta o deben hacer, les administramos más “gasolina” para que lo sigan haciendo cada vez más, hasta que el hábito quede implantado.

Todo ello puede parecer lógico y no dudo que sea efectivo en muchos casos, pero atrás de recompensas y estímulos están ante todo seres que amamos: 

nuestros hijos, y que no sólo los amamos, sino que ellos deberían sentirse y experimentarse amados por sus padres, “por ser nuestros hijos”, y esto antes de que cambien esa necesidad de amor por recompensas por sus “buenas conductas”.

Ante todo el niño y la niña deben saberse queridos y valorados no por lo que hacen o deban hacer, (que no es permitirle todo o falta de disciplina) sino por lo que son, es decir, deberían sentirse seguros de nuestro afecto. 

Si esto está presente, o va junto con el estímulo o recompensa por sus comportamientos adecuados, y es percibido por ellos, entonces con toda seguridad estaremos formando un hábito sólido.

Habrá que preguntarse si estamos cambiando el afecto y la valoración de nuestros hijos (y el tiempo para manifestárselos), por recompensas o estímulos – aunque se apliquen eficientemente. Queremos educar y formar hábitos, pero éstos son fruto de toda nuestra actitud como padres. 

Si ellos perciben, sienten y se experimentan amados y valiosos, incluso cuando aplicamos métodos para formar hábitos en ellos, estaremos realmente contribuyendo a su desarrollo

Formar hábitos en nuestros hijos tiene que ver más con la clase de personas que somos, que con los métodos que aplicamos.


[email protected]

Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.