Cierran la puerta a inocentes.
Cerca de 40 personas murieron en Ciudad Juárez por una negligencia que no se puede achacar a una persona, porque hay miles de casos que pueden compararse con éste, debido a que existe una estructura y una cultura natural, negligente, en muchos funcionarios públicos que no actúan como servidores, sino como represores.
El grupo de muertos, que es enorme y hasta el Papa ya pidió por su alma, no tenían la culpa más que de ser migrantes y querer ingresar a los Estados Unidos y un burócrata mexicano, porque no se puede culpar a un jefe o a un superior fácilmente, ordenó que se dejaran encerrados con llave, como si fueran criminales, y murieron con las flamas del incendio, que fue provocado precisamente por la negligencia y la cerrazón que caracterizan al sistema gubernamental unipersonal que se ha instalado en nuestro país.
Hablo de unipersonal porque muchos empleados y funcionarios siguen el ejemplo de sus jefes y actúan como si fueran presidentes, gobernadores o alcaldes, tomando decisiones arbitrarias que cuestan la vida de seres humanos, totalmente inocentes, como los que estaban en Ciudad Juárez esperando una oportunidad para ingresar al “paraíso” dorado que creen significa los Estados Unidos.
Nuestro país, México, había albergado a estos migrantes de Guatemala, Honduras y Venezuela; o sea, de países donde no están contentos porque sus gobiernos no son democráticos y querían una oportunidad; pero tuvieron una muerte terriblemente injusta, pues quedaron encerrados, porque aquí hay una cultura de “yo soy el jefe y mando, y tú obedeces” y no hay opciones de culpabilidad probada previa a cualquier determinación legal. Es decir, no había ninguna razón legal ni humana para encerrar a estas personas y que murieran en esa forma tan cruel.
Tenemos que cambiar la cultura y decirle al pueblo que desde el Presidente hasta el policía de barrio son servidores públicos, no mandamases y que su principal obligación es cuidar y preservar la vida de aquellos que pasan por su camino, en la más buena fe.
Descartes: Pienso, luego existo... El caso de los migrantes en Ciudad Juárez ejemplifica una cultura dictatorial. En lugar de ser una democracia de servicio, produce mortandad.
