El maltrato a los niños y niñas es un grave problema social, con raíces culturales y psicológicas, que puede producirse en familias de cualquier nivel económico y educativo, recordemos que el maltrato vulnera derechos fundamentales, pero…
¿Cómo poder erradicarlo si el agresor está en casa maltratando y agrediendo a escondidas?
Y es que este tipo de personas se encuentran educando de una manera cruel y para los que lo hacen a la luz pública se justifican diciendo que solo así se “Educa” a los hijos y que para eso son los “Padres” para “Corregir” de la manera que mejor les parezca.
Durante los últimos años, México se ha enfrentado a un incremento de la violencia infantil, no hay pruebas de que esas tasas estén disminuyendo.
Según UNICEF se estima que en México el 62% de los niños y niñas han sufrido maltrato en algún momento de su vida, 10.1% de los estudiantes han padecido algún tipo de agresión física en la escuela, 5.5% ha sido víctima de violencia de sexual y un 16.6% de violencia emocional.
Se estima que México ocupa el primer lugar en violencia física, abuso sexual y homicidios de menores de 14 años entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Por desgracia los pequeños están desprotegidos ante el abuso, al depender por completo de los adultos que los rodean, en donde se espera que estos los eduquen con amor, cariño, sensibilidad, atención y dedicación.
Recordemos que el maltrato físico constituye su expresión más común y está vinculado con el emocional.
En México, se han establecido prácticas que pretenden educarlos mediante golpes, gritos e insultos, al no disponer de mecanismos de comunicación o la capacidad de expresarse con amor y cariño.
¿Es factible corregir un error cuando culturalmente no se le considera como tal, por ejemplo, gritar, golpear, enclaustrar o desear sexualmente a un menor?
La Cámara Nacional de la Mujer, realizó una encuesta a padres de familia de 20 a 55 años; todos negaron haber utilizado la violencia como método de corrección y educación para sus hijos, por lo que es muy difícil poder determinar cuántos niños son agredidos diariamente en sus hogares pues los agresores jamás aceptaran que están violentando a sus pequeños.