Cultura

Las horas derretidas del calor lagunero

  • A morir a los desiertos
  • Las horas derretidas del calor lagunero
  • José Manuel Vázquez Navarro

Una raquítica lila se convierte en oasis para un lomito que ha encontrado algo de humedad…husmea con el hocico junto al tronco, se arquea y solícito con sus patas remueve el suelo encontrando algo de tierra húmeda. Su silueta se acomoda al contorno de la tierra oscurecida y se dispone a prodigarse una parreñita, se acuesta convirtiéndose en un plano, alinea el rabo y entrecierra los ojos sumiéndose en esa modorra de las tres escurriendo a las cuatro.

Las tres de la tarde se derriten rumbo las cuatro, la acera quema sólo de ver este derroche lagunero de luz…cálida luz de los más de cuarenta grados en los que sientes que te vuelves líquido; la resolana pesa, cae sobre la coronilla; volteas a ver el reloj y la persistencia de la memoria de Dalí aparece con las manecillas flácidas y desmayadas del reloj derretido sobre tu brazo sudoroso que es una rama seca. En lontananza, el horizonte se incendia bajo un azul claro del cielo que no muestra la piadosa silueta de alguna nubecilla, es el cielo un mar de bordes incendiados y arrebolados de un amarillo terregoso teñido de briznas color naranja entre el espejismo de la reverberancia.

Don Juan acomodó su troca casi como el perro bajo la lila, él encontró a un lado de la carretera un huizachito con una raquítica fronda de follaje entreverado, pero sombra es sombra, sobre todo cuando las horas se escurren; con dos quiotes y una cuerda amarró un pedazo de plástico negro para proteger estratégicamente del sol la caja de su mueble, en el que con la tapa de la caja abatida asoman sus caras algunas docenas de sandias que espera vender. Parte una al estilo lagunero, rajando a lo largo para que se vea el corazón y la coloca sobre la tapa, en el nombre sea de Dios.

Tlaloques ausentes, el suelo reseco, polvoriento, muerto de sed…allá los maíces palpitantes doblan sus hojas algo flácidas como implorando al cielo que la resolana pase, pero faltan al menos cuatro horas más de luz para llegar a ese yermo en la memoria colectiva, en la que los habitantes del desierto nos encontramos…¿a qué hora?…deja nomás que pase el calorcito…se va el sol y el infierno continúa, en el segundo círculo de Dante; son las 10 de la noche y aún hay más de treinta grados…no hay viento…de repente como si Dios se apiadara, llega un resoplo con algo de aire fresco.

La noche trae esa bendición de un poco menos de calor, la mañana llega y se siente fresca, nuevamente, el sol se yergue y las horas se empiezan a ablandar. En mi camino vuelvo a ver a Don Juan acomodarse, la turgencia ha vuelto a las plantas de maíz, que de nuevo esperan, como todos, las horas que van a derretirse en este junio abrasador en el que aún faltan 10 días para que llegue el verano.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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