“Aguas de marzo”, es una canción compuesta por Antonio Carlos Jobim en 1972; es una de mis canciones favoritas, que conjunta cosas que me apasionan, el portugués brasileiro, el “bossa nova”, las reflexiones sobre el tiempo y los ritmos de la naturaleza.
La canción de Jobim (como toda su obra) es realmente genial, la letra fluye armoniosamente como torrente de agua, entre hechos descriptivos de la naturaleza y del letargo del que se va despertando del verano al otoño.
Debido a que Brasil está en el sur, los eventos climatológicos del marzo sudamericano ocurren en septiembre en nuestro hemisferio.
Jobim le canta al tocón (lo que queda de talar un árbol) solitario, a una piedra, ranas, peces, aves, fiestas populares: hace mención al árbol del Caingá (quizá Piptocarpha macropoda, pues hay cuatro árboles con esta denominación) o al Matita pereira que en Brasil puede ser un ave (Tapera naevia) a la que se asocia el “sací”, una suerte de malvado ser mítico, mulato de una sola pierna, que porta un gorro frigio rojo y fuma pipa, que aparece haciendo travesuras y desaparece transformándose con el canto de esa ave.
Las lluvias de esta semana me hacen creer que son como la promesa de que el verano va a terminar, “la promesa de vida en tu corazón” dice Jobim.
En un poco más de dos semanas ocurrirá el equinoccio de septiembre, que marcará el inicio del otoño de este inusitado 2020.
Los ciclos de la tierra, a pesar de lo que provoca el calentamiento global, se cumplen.
Llega septiembre, las noches frescas derivadas de algunas lluvias, nos dan un descanso de la eterna canícula lagunera de noches sofocantes de un calor incesante de sauna nocturna.
En el campo, inicia “la calienta”, como se conoce a las primeras cosechas de fibra de algodón que anuncia que pronto se generalizará la “pizca”; en los nogales las nueces se encuentran ya llenas, en espera de noches frescas que les den la señal para dejar salir esas sabrosas semillas encarceladas.
La humedad detiene el agobio de la flora silvestre y la Comarca se vuelve más verde que el resto del año, eso trae un ejército de insectos y aves que pululan ante tantas flores y semillas en una explosión de vida.
Se regodea la vista con los colores, tamaños y formas de abejas, moscas, escarabajos, mariposas, colibríes, entre otros visitantes florales con los que podemos deleitarnos en esta etapa.
Le sugiero nos propongamos a disfrutar esta etapa del año; como dice Jobim (sólo cambiando marzo por septiembre): “São as águas de março fechando o verão a promessa de vida no teu coração”/ son las aguas de marzo cerrando el verano la promesa que vive en tu corazón.