Cultura

La foto en el celular a costa del peligro

  • Paisajes abreviados
  • La foto en el celular a costa del peligro
  • José Luis Vivar

En el pasado reciente el fotoperiodismo era una presencia importante en los medios, tanto en las situaciones cotidianas como en los conflictos bélicos o en las tragedias provocadas por las fuerzas de la naturaleza. Muchas de esas imágenes permanecen en la Historia, porque fueron capturadas en el momento justo, cuando estaban por suceder o sucedían. La mirada indagatoria del fotógrafo capturaba el suceso.

Con la llegada de los teléfonos inteligentes la fotografía se volvió un acontecimiento imprescindible. Nunca más habría límites en el número de imágenes, ni tampoco se tendrían que esperar días u horas para el revelado de lo que se guardará en la cámara del celular. Lo que se registraba podía verse enseguida. Y así ha sido desde entonces.

Eclipsados por estos dispositivos, los fotoperiodistas han tenido que ingeniárselas para no quedarse atrás. Y muchos de ellos en vez de continuar con una sola imagen han recurrido a la secuencia para hacer más completo su trabajo artístico, porque la fotografía es ante todo una manifestación íntegramente relacionada con el arte.

Sin embargo, es un hecho que los fotógrafos espontáneos han buscado la manera de adelantarse a los profesionales, registrando instantáneas o vídeos que en segundos subirán a las redes, las cuales se volverán virales, porque aunque estén mal encuadradas, tal vez movidas o fuera de foco, estarán llegando a miles o millones de internautas, sin importarles poner en riesgo su vida.

Ejemplo de esto último son las escenas que se mostraron del terremoto en Turquía y Siria. Hay una de ellas en particular —de las primeras que empezaron a circular en Twitter—, donde puede verse el momento trepidante, y al fondo se observa un edificio que empieza a desprenderse del que está a su lado, lo cual le indica al fotógrafo anónimo su inminente caída. Pero en vez de retirarse avanza hasta quedar a escasos metros para poder tener un mejor ángulo.

Y mientras una multitud corre para ponerse a salvo, dos sujetos permanecen inmóviles y comienzan a tomar video con sus celulares, en tanto que quien está detrás de ellos y nos hace testigos de lo que registra, se acerca un poco más, aunque no tanto, y entonces vemos cómo en una enorme nube de polvo el edificio colapsa haciendo un impresionante ruido que ahoga los gritos de los testigos. La imagen se oscurece, y no sabemos qué sucedió con esos dos que estaban más cerca de la zona de peligro.

Lo que sí queda claro es que al igual que el primer camarógrafo lo único que debió importarles fue la captura del acto; del desastre en sí mismo, dejando de lado las consecuencias que debieron tener un saldo mortal entre los habitantes del inmueble. Porque para esas tres personas como sucede con otras, compartir este tipo de escenas en las que arriesgan su existencia no es por querer emular a los fotoperiodistas, sino por obtener una fama efímera, porque después aparecerá alguien con mayor osadía que no sobreviva para ver sus imágenes. Y seguirán apareciendo más fotógrafos espontáneos, sin saber si alguna de esas instantáneas o esos videos trascenderá para formar parte de la Historia.

José Luis Vivar


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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