Pocas veces escuché una declaración sensata de algún entrenador como la del pasado miércoles, en el Día de Medios previo a la final de la Liga Mx, y la dijo Ricardo Ferretti: “los títulos son de las instituciones, no de los jugadores o entrenadores”.
Y es aquí donde todos quienes estamos involucrados en el fútbol, incluida prensa y aficionados debemos dar mayor peso a los equipos.
La planeación de un plantel de futbolistas parte de las contrataciones que con recursos económicos y visión para detectar el talento realizan las directivas en las oficinas durante la época de transferencias.
En estos momentos se juega el fútbol que no vemos en la televisión o dispositivos móviles y que se reflejará en el próximo mes de diciembre cuando un equipo levante el trofeo de campeón en el torneo Apertura 2019.
Contratar futbolistas es un trabajo desafiante intelectual y físicamente. Se debe negociar con el futbolista, el representate, el club propietario de los derechos federativos, la familia del jugador y en algunos casos, hasta con los amigos.
Cada persona que interviene en el trayecto tiene un interés particular, cada uno con buenas o malas intenciones. De lado de las directivas, se tienen diferentes presupuestos, objetivos y capacidades de negociación.
Los imponderables en una transferencia son muchas: dinero, casa, auto, clima, escuelas, si está bonito, si está feo, seguro o inseguro, si lo viste con aprecio o desprecio, sentimientos afines o rivalidades enconadas.
Total que negociar la transferencia de un jugador de fútbol es más complicado que pedirle a una persona que sea tu novio o novia.
Los triunfos o las derrotas en la cancha son el reflejo de la capacidad directiva de contratar talento.
Es por esto que la aseveración de Ricardo Ferretti es correcta, porque las instituciones arriesgan recursos económicos, sus resultados están a expensas de decisiones de terceros y, además, a enfrentar las opiniones a favor o en contra cuando se juzga a un equipo, en los triunfos o las derrotas.