Los historiadores coinciden en que el mundo llegó a La Laguna en 1880 “en vagones de ferrocarril” y transformó todo con el modernismo a través del comercio, la minería, la industria, la agricultura, la ganadería, las finanzas y la cultura. Llegó el telégrafo, el teléfono, el alumbrado, se construyeron teatros, alamedas y se hicieron calles anchas en Torreón y Gómez Palacio.
Salvador Hernández Vélez en diciembre de 2016, al presentar el libro “De Monroe a Porfirio Díaz. El Imperio Ferrocarrilero y su impacto en La Laguna” de Gerardo Berlanga y Marisol Sala Díaz comentó que “se aceleró el desarrollo de Torreón, Lerdo y Gómez Palacio gracias a la llegada del ferrocarril a la región”.
El antecedente es fundamental para entender nuestro pasado y para construir nuestro futuro. El Reparto Agrario ejecutado en el 36 por el Presidente Lázaro Cárdenas, el Plan de Rehabilitación de la Comarca Lagunera y otros proyectos han sido intentos para consolidar el desarrollo de la región. El viejo sueño del Estado de La Laguna es producto de la inconformidad ciudadana contra el abandono de los gobiernos de Coahuila y Durango.
Recientemente han surgido propuestas desde la sociedad civil como el Proyecto Fénix de Renacer Lagunero que plantea la creación de tres clústeres para La Laguna: en Alimentos, de Tecnología, Maquinaria y Servicios para la Industria Alimentaria y de Energías Renovables. Propone que La laguna sea declarada Zona económica Especial para superar el rezago socioeconómico actual.
En su Agenda Básica incluye la construcción de un nuevo aeropuerto internacional para La laguna y dotado de una central de carga y un recinto fiscalizado.
Vale la pena reconocer en este tema la idea seductora de Federico Sáenz Negrete que enriquece el proyecto con una visión mucho más amplia al concebirlo como factor estratégico que irá más allá de La Laguna, es decir, como una palanca de desarrollo económico del centro norte del país.
