En los primeros 2 meses del gobierno de AMLO hemos vivido como nunca el ejercicio del poder en tiempo real, una experiencia inédita para los mexicanos por el activismo del presidente que madruga desde las 6 de la mañana presidiendo la reunión del gabinete de seguridad, por la llamada conferencia mañanera que es acompañada de una densa agenda todos los días y por el enjambre del mundo digital.
Para Jorge Zepeda Patterson la velocidad con que avanza López Obrador “tiene un poco descolocados a los periodistas y a la comentocracia del país…la edición en papel de los periódicos con la información del día anterior nace obsoleta.
Los columnistas y editorialistas, acostumbrados a definir la agenda al desmontar matices y consecuencias de las acciones del soberano y a que sus comentarios reboten dos o tres días en tertulias y charlas, ahora descubren que cuando ellos van el presidente ya viene de regreso”.
Por cierto el mismo columnista comenta que esta dinámica presidencial “ya ha pasado factura a su equipo” no solo por las jornadas de 18 horas “que están poniendo a prueba la resistencia de más de uno de sus octogenarios colaboradores” sino a varios de ellos que “han probado que no están a la altura de la encomienda, algo que en otro sexenio habría tomado años advertir”.
La velocidad en el ejercicio del nuevo gobierno y el conjunto de cambios que se vienen operando a partir del primero de diciembre, han revolucionado las reacciones en pro y en contra del presidente de la República.
Los cambios en el estilo y la conducción del gobierno son reales como también es real la resistencia de las oposiciones partidarias y de algunos segmentos de la sociedad civil que no encuentran los mecanismos para frenar o incidir en las políticas de esta administración.
Hoy el poder político al frente del Estado es legítimo porque fue elegido por la mayoría de los ciudadanos que votó conforme a la Constitución y sus leyes. No olvidemos que la experiencia democrática despeja las ilusiones tanto como los temores.
La responsabilidad es de todos.
