Fernando Larrazabal Bretón saltó al escenario político, tras ocho años de ausencia luego de dejar la alcaldía de Monterrey en 2012, para reconciliar a los grupos del Partido Acción Nacional que no encontraban un buen piloto para representar a la escudería albiazul.
Como en política no hay casualidades, no es ocurrencia que su nombre, en el ostracismo durante estos años, salga de nuevo a relucir este mes de diciembre como la opción fresca del partido que tiene la mayoría en el Congreso del Estado.
Algunos, tal vez los más jóvenes, ya olvidaron que en 2009 el ex alcalde de Monterrey quiso ser el candidato del PAN a la gubernatura, pero el propio Felipe Calderón, entonces Presidente de la República, le pidió cederle el paso a Fernando Elizondo.
Larrazabal se conformó entonces con ser candidato a alcalde de Monterrey, elección que sacó adelante mientras su compañero de partido para la gubernatura no dio el ancho en la campaña, siendo derrotado por el priista Rodrigo Medina.
El panista acompañó desde el Palacio de enfrente y durante tres años, al gobernador priista, en una curiosa (¿o graciosa?) armonía.
Paradojas de la política, en esta elección Larrazabal ni siquiera pensaba comprar boleto, pero de la noche a la mañana apareció como favorito en la terna compuesta también por el senador Víctor Fuentes y el ex diputado federal Homero Niño de Rivera.
Para muchos panistas, Larrazabal es un personaje conciliador que viene a unir a muchas corrientes, pero sobre todo a la vieja cúpula de San Pedro con los nuevos grupos panistas que controlan nóminas y candidaturas en los municipios que gobiernan.
Ingeniero civil de profesión, Larrazabal es ingenioso para construir también estructuras electorales y hacer obra pública con buena velocidad, aprovechando su expertís como constructor de vivienda.
Veremos si será capaz de construir, en esta segunda oportunidad política, cimientos fuertes durante la precampaña para ganar una candidatura que requerirá estructura de buenas paredes y que resista los cañonazos de los adversarios.
Pronto sabremos si, como reza esa frase tan socorrida en política, aunque parezca una obviedad: caballo que alcanza gana. ¿Quién le apuesta a Larry?
