Cultura

Las fechas señaladas

Ahora que llegué al sexto piso, mis dieciséis años al revés, esto es 61, pienso en lo que los adalides de la psicosomática clínica llamaron síndrome de aniversario, fechas señaladas o conspiración del azar concurrente, como apodaba Lezama Lima a esa concomitancia del azar.

Y me hizo pensar, ¿Por qué no? En el umbral de la “Rosa gnóstica” de Ramón María del Valle Inclán: 

“Nada será que no haya sido antes/nada será para no ser mañana,/eternidad son todos los instantes/que mide el grano que el reloj desgrana”.

A mí, por lo menos, me han ocurrido tres coincidencias sintomáticas, indicativas. Brindo los ejemplos. 

El primero data de ayer: porque yo me casé un cinco de enero y un cinco del mismo mes falleció mi santa madre: dos ángeles en el cielo.

El segundo ejemplo también tiene relación con Leticia. ¿Por qué? Porque ella nació un 13 de mayo y un 13 de mayo nació mi abuela materna y, por último, otra magia temporal fue que, justo el día tres de diciembre, fecha de San Francisco Javier, desapareció de la faz terrenal mi mujer y quien la auxilió en el último trance fue, precisamente, Francisco Javier, que es el nombre de mi hermano jesuita.

Yo, como me dijo José Emilio Pacheco en una entrevista radiofónica en Ibero 90.9 Radio, “tengo supersticiones de torero gitano”. 

No suelto el arpa. Estoy atento a todos los instrumentos de la orquesta, pero las casualidades se tornan fatales, válgame la rima consonante. 

Y mi vida está regida o gobernada por el demiurgo de las coincidencias. Bienvenidas las fechas señaladas.


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Gilberto Prado Galán
  • Gilberto Prado Galán
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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