“Es que así tocaba”, “Dios así lo quiso”, frases que muchas personas emplean para referirse a situaciones con resultados negativos… y de las cuales no quieren asumir la responsabilidad derivada de sus decisiones erróneas.
Nos cuesta mucho hacernos responsables de los efectos de nuestras elecciones y es más fácil justificarlo con explicaciones que nos deslindan de lo sucedido.
“En esta vida no…” dice una canción que utilizamos como himno, cuando las relaciones de pareja fracasan a causa de la irresponsabilidad emocional y las tonterías que cometemos… ahora resulta que era un designio de la vida el sabotearnos y que tenemos que esperar una próxima existencia porque al universo no se le antojó que en esta ocasión funcionara lo nuestro…
Qué fácil es deshacerse de la responsabilidad y evitar asumir el control de nuestros desatinos. Repetimos los mismos resultados porque nuestras acciones siguen siendo las mismas, y nos negamos a mirar hacia dentro de la personalidad para enfrentar las carencias emocionales y trabajar en ellas.
Culpar a la vida es inmadurez. “Las cosas pasan por algo…” es otra excusa trillada. Y sí. Pasan por algo; por hacer tonterías por ejemplo. Por ignorar que los actos tienen consecuencias, no porque los astros o la vida se empeñen en interferir en nuestros planes.
A veces pasamos por situaciones muy duras en la infancia por ejemplo, y no hay manera de controlar el exterior por más tóxica que sea la familia y no se puede huir de ello.
De adultos enfrentamos traiciones y decepciones que duelen mucho y no se pueden siempre prevenir. Ahí, el poner tierra de por medio llega a ser lo más sano. Y hay personas que nos dicen “algún día Dios te va a compensar todo esto que has vivido”.
Y es un error creernos tal tontería; porque entonces nos pasamos esperando por años, un suceso maravilloso que nos cambie la vida, porque sentimos que el universo está en deuda con nosotros.
Que debe sentirse “apenado” o “culpable” por lo malo que nos hizo pasar y que debe estar buscando la manera de congraciarse. Si queremos cambios, asumamos el control de las decisiones y apostemos a la responsabilidad emocional y no a los designios del universo.