Cultura

La contingencia y los afectos

  • Paideia
  • La contingencia y los afectos
  • Gabriel Castillo Domínguez

El caso del niño Dylan de Chiapas nos mueve a la reflexión. Las escenas del reencuentro de una madre con su hijo que estuvo secuestrado, lejos de ella, por cuarenta y cuatro días son evidencia de un caso complicado con final feliz. 

Lo destacable es la actitud de una madre decidida a todo para recuperarlo. Hizo visible el hecho hasta convertirlo en un tema nacional, exigiendo la actuación de las autoridades de todos los niveles de gobierno. Y logró su objetivo. 

Nos debe quedar claro que la firmeza de su exigencia nacía del vínculo afectivo con su criatura, del sólido amor filial que estuvo presente siempre y que es digno de mencionarse en una época donde vemos casos totalmente contrarios, de desprendimiento, de abandono de las madres a sus hijos, en ocasiones de una forma inexplicablemente despiadada.

Este tema viene muy a modo para vincularlo con el del ya muy tratado covid-19, pero en la búsqueda de un lado positivo frente a las cifras y datos críticos. 

La contingencia logró algo que parecía imposible: frenar la vertiginosidad en la forma de vida o de actuación, y posibilitar el voltear a vernos, a reencontrarnos con nosotros mismos y con los seres considerados cercanos sin poder convivir con ellos por las prisas de la vida cotidiana. 

Pese a que se diga que el llamado encierro, por quedarse en casa, ha dado lugar a violencia intrafamiliar, lo cierto es que no se ha valorado la contraparte que me parece es de mayores dimensiones: el disponer de mayor tiempo para observar el desarrollo de los niños pequeños en casa y fortalecer los lazos de afecto entre ellos y los adultos, sean padres o abuelos.

Quizás no se ha reflexionado suficientemente sobre este aspecto. 

Aunque muchos padres o madres de familia no han dejado de trabajar durante la contingencia, un importante porcentaje sí lo hizo y, a partir de la experiencia propia, se puede asegurar que ha sido una excelente oportunidad para hacer efectiva la relevancia que tiene el afecto en los primeros años de la vida de un ser humano. 

En unos meses de convivencia continua nos podemos dar cuenta del desarrollo de su lenguaje, por ejemplo, al hablar más frecuentemente con ellos, del efecto que tienen las caricias, las palabras amorosas, en sus reacciones, sus maneras de actuar. 

A los niños les da seguridad la cercanía afectuosa de los adultos, especialmente padres y abuelos, y desenvolverse en un ambiente favorable a ellos. 

Sé que esto no es fácil por la situación que pasan muchos hogares, pero es un reto que debemos enfrentar para bien de las nuevas generaciones.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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