¿De dónde viene ese impulso que nos lleva a dar click y tomar una fotografía? Honestamente no había pensado mucho en las imágenes y cuánto significan para nosotros hasta hace unos días que tuve la oportunidad de conversar con Grant B. Romer, después de la inauguración de su curso La cámara obscura antes y después de la fotografía, que impartió en el Centro de la Imagen. Éste fue peculiar, ya que en palabras del mismo Romer: “El énfasis de la presentación es en la cámara, no en el producto de la cámara, que rara vez es el centro de la discusión”. Romer es una personalidad en el mundo de la conservación y de la investigación de la invención de la fotografía. Es maestro en ciencias de la imagen y durante 37 años Grant fue director del Museo Internacional de Fotografía y Cine Georges Eastman House, de la Ciudad de Rochester, Nueva York.
Si bien las fotografías son relativamente nuevas en el curso de la historia del hombre, la necesidad de captar una imagen y conservarla para siempre es algo inherente al ser humano. “Los animales —dice Grant— no tienen esta necesidad. Ningún otro animal ha desarrollado esta necesidad de atrapar un momento”.
A pesar de que su curso versaba sobre el aparato que nos permite tener imágenes y su evolución, la conversación terminó en las imágenes, con su gran significado, que tantas veces ni siquiera nos damos cuenta. Para mí, la fotografía ha sido siempre una fuente de alegría, al igual que —supongo— para la gran mayoría de los seres humanos; disfruto tomarlas y verlas una y otra vez. En su momento me deleitó la parte de llevarlas a revelar, la ilusión de abrir el sobre con fotografías (que muchas veces se tornaban en tristeza cuando veía el resultado) y acomodar las mejores en un álbum para mirarlas repetidamente.
Tuve la suerte de que a mis familiares les gustó la fotografía así que pude conocer a mis bisabuelas gracias a ésta. Su imagen no solo habla de ellas, sino de las costumbres y de la tecnología de aquella época. Una foto de 1910 es muy diferente a una de los años 70 que hoy empieza a perder color o a las del día de hoy. Cada época tiene un sabor muy especial aunque ahora podemos, de alguna manera, recrearlos usando diversos filtros que nos ofrece la tecnología. A pesar de que la fotografía tiene miles de usos (en la ciencia, medicina, astronomía, etcétera) quizá la menos importante es la documentación personal, pero es la más utilizada. De acuerdo con Romer, 50 por ciento de todas las fotografías hechas por una cámara, cualquier día, son de bebés y niños. Quizá por eso todos tenemos un montón de fotos de pequeñitos y mucho menos de adolescentes. ¿Por qué lo hacemos? ¿Qué nos mueve a querer captar una imagen, a querer congelar un instante en la eternidad? Romer considera que es el miedo, el miedo a la pérdida. “Tú ves algo, eres testigo de algo, experimentas algo que deseas conservar, quieres mantenerlo porque tiene un significado para ti. Las imágenes de un bebé no tienen un significado más que para unos cuantos, pero éste es grande para sus padres. Y así sucede con todo. No guardamos lo que es importante culturalmente, sino lo que nos interesa conservar a nivel personal. Esta ha sido la aplicación principal individual de la fotografía.”
Las imágenes nos mueven profundamente, supongo que por ello una persona que sale huyendo de la terrible situación en su país y solo puede llevar muy pocas cosas invariablemente, entre sus tesoros, se encuentra un puñado de fotografías. Imágenes que quizá para otros no dicen nada, pero que para esa persona significan el mundo. En estos tiempos, que buena parte de los habitantes del planeta tienen la posibilidad de tomar una fotografía con el teléfono celular, tenemos miles de imágenes. El problema, de acuerdo con Grant, es que cuando tenemos mucho de algo no lo valoramos. Por ello recomienda el siguiente ejercicio: si por alguna razón, solo pudieras conservar 10 fotografías ¿Cuáles elegirías? ¿Cuál sería el criterio para escogerlas? ¿Seleccionarías todas las tuyas para que puedan conocerte en el futuro tus bisnietos o las de tus seres queridos? ¿Algún paisaje que te traiga recuerdos? ¿Las de valor artístico? Ouch. Definitivamente no es una tarea fácil, pero el ejercicio nos puede decir mucho de nosotros mismos. Se los dejo de tarea. Buen domingo.
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