Durante el proceso electoral que ya vivimos tendremos la oportunidad de elegir dos cargos populares que son de especial trascendencia para la vida política, pero sobre todo, de la manera en que nos desenvolvemos en la sociedad. Y es que a partir del 31 de marzo las candidatas y candidatos a munícipes y legisladores locales recorrerán las calles e inundarán los medios para dar a conocer sus propuestas para el estado de Jalisco y ocupar las 125 presidencias municipales y 38 escaños que conforman la legislatura local.
Y es que en elecciones concurrentes la atención se encuentra enfocada, generalmente, en las candidaturas presidenciales que, si bien son importantes, alejan a las y los ciudadanos del foco que requieren los procesos locales, específicamente en sus municipios. Se dice con frecuencia que el gobierno municipal es el más cercano a la gente y veo que esa afirmación va más allá de una cuestión pedagógica, basta revisar las atribuciones constitucionales para darnos cuenta de que muchos de los problemas que aquejan a los vecinos son responsabilidad directa del ayuntamiento, que la mayoría de los servicios que constituyen satisfactores básicos se encuentran en la esfera del gobierno local y que muchas veces, por desconocimiento o comodidad, hacemos responsables a otras personas. En el AMG es común escuchar entre las grandes quejas la intermitencia o incluso carencia de servicios municipales como la recolección de basura, el alumbrado y la seguridad, además del estado de las calles y por supuesto, el suministro del agua y su tratamiento. Se trata de una serie de responsabilidades ineludibles para garantizar el bienestar y estabilidad de una sociedad entera. Pero por otro lado también vemos una sistemática postura que cede estas responsabilidades a particulares, generando una cuestión compleja y contradictoria en el acto del gobierno: queremos gobernar para renunciar a las obligaciones que tenemos.
Se trata de una situación en que las capacidades presupuestarias del municipio y del personal que lo dirige muchas veces son insuficientes ante las exigencias de la población, al ser el gobierno más cercano e importante también es el que más abandono y falta de profesionalización se observa. Por eso es tan necesario estar al tanto de lo que, a partir de la próxima semana escucharemos como soluciones a problemas que se hacen añejos, a situaciones a las que la normalización o la repetición de las soluciones son una propuesta que ha generado apatía.
Por otro lado, la conformación del Congreso local que debe fungir, desde el punto de vista constitucional, como un verdadero contrapeso al gobierno y una representación legal y legítima de la población jalisciense. Existe una separación entre los representados y representantes que erosionan la confianza institucional y aumentan en desinterés en los procesos legislativos, ya complejos y largos, pero necesarios en una democracia que reclama escucha y debate.
Las leyes que nos damos son fundamentales para ejercer las libertades que nos merecemos. Gracias a un federalismo que ha avanzado a pesar de una historia que absorbe todo a las capitales es que podemos gozar de leyes en Jalisco que nos posicionan en situaciones preferentes ante otras entidades, también debemos afirmar que esas peculiaridades culturales e históricas han sido una traba para el avance en la conquista de libertades.
Mucho de lo que se juega en este proceso electoral se basa en la posibilidad de darnos a nosotros mismos las leyes que merecemos y la capacidad de decidir en colectividad lo que nos espera para los próximos tres y seis años de nuestras vidas y las que están a nuestro alrededor. No es cualquier cosa, no es una apuesta que deba considerarse más que en la justa dimensión que reclama este momento histórico. Espero que, nuevamente estemos a la altura de las circunstancias y que podamos decidir lo mejor para todas y todos.