La literatura inglesa de finales del siglo XVIII tuvo emblemáticos representantes como Max Beerbohm (1872-1956), quien escribió Enoch
Soames (Rey Lear, 2006) sin conciencia de tener un estilo tan original que alabaría después Borges. El libro está narrado por una maliciosa entidad y el protagonista es víctima de su vanidad.
Pocos conocen algo sobre el discreto Soames. Sin embargo, es equiparable con grandes antihéroes, por ejemplo, Falstaff o Dorian Gray, y puede compararse también con Dante, consumiéndose en su propio infierno. Beerbohm enfatiza el menosprecio hacia los artistas y la falta de reconocimiento del público, representándolo en un escritor frustrado que vende su alma al diablo.
Soames, poeta y lírico cuyo pasatiempo era leer a Milton en las salas del Museo Británico, se convierte al satanismo. Desorden y anacronismo en la narración están bien conjugados. A Satanás lo representa un caballero elegante que visita ciudades buscando gente dispuesta a someterse para intercambiar su miserable presente por un glorioso futuro.
¿Cómo negar ofrecerse al demonio cuando le promete a uno más de lo que intuye querer?