Cuando veas las barbas de Maduro cortar, pon las tuyas a remojar.
En cuestión de días el discurso de Nicolás Maduro ha pasado de la abierta confrontación a un intento desesperado por evitar una intervención, militar o política en su país por parte de Donald Trump.
Hace unas semanas cuando el gobierno estadounidense señaló que el dictador venezolano era la cabeza de un régimen narcoterrorista, Maduro cometió un error básico: se envalentonó alzando la voz y desafiando a Trump a ir por él como si contara con el respaldo militar de Rusia o de alguna potencia rival de Estados Unidos… pero Putin está ahora ocupado con su invasión a Ucrania, China solo embiste en lo comercial y ningún otro de los países BRICs y mucho menos de Latinoamérica tiene la fuerza para interponerse en los designios de Trump.
Cada vez parece más claro que en la cumbre de Alaska del pasado 15 de agosto, de la que Trump y Putin salieron diciendo que no hubo acuerdo sí los hubo y no solo en el tema de Ucrania y Europa, sino también en otros de su interés en la agenda global.
Tras el encuentro público con acuerdos privados ambos presidentes han endurecido sus posturas en varios temas: Rusia intensificó sus ataques a Ucrania mientras Estados Unidos sigue respaldando con fuerza las medidas de Israel contra los palestinos y endureció su estrategia contra los cárteles de la droga y los regímenes adversos.
El envío de acorazados con miles de marinos y cientos de misiles al sur del mar Caribe y frente a Venezuela para presionar a Maduro y el consiguiente silencio de Moscú permite inferir que las operaciones contra el dictador venezolano entraron en el paquete de acuerdos-concesiones entre las dos potencias.
México no debe perder de vista el caso Venezuela, porque también su gobierno ha sido señalado de estar controlado por los cárteles narcoterroristas. Sheinbaum no ha sido tan estridente como Maduro y ha cedido en todo lo que le ha pedido Estados Unidos, pero está visto que no ha sido lo suficiente ante los ojos de Trump.
Para la cuarta transformación se acabó “el policía del mundo” y regresó “el imperio yankee”, pero sin contrapesos. ¿Hasta dónde llegará ahora?