Política

Canadá

Canadá es un país maravilloso. En mi temprana juventud tuve la oportunidad de vivir allí y constatarlo. Además, Canadá ha sido siempre un país profundamente respetado, incluso por naciones tan irrespetuosas en lo internacional como Estados Unidos o Rusia. Sin embargo, en la actualidad, más que cualquier otra cosa, Canadá parece ser un país confundido.

En el plano interno, Canadá había vivido durante años bajo el liderazgo de Justin Trudeau, un primer ministro que marcó una era. No obstante, Trudeau perdió tanto efectividad como el control de su propio partido debido sobre todo a su incapacidad para entender los profundos cambios geopolíticos globales y las transformaciones políticas locales. Con ello, también perdió el poder. Esto tomó por sorpresa a una sociedad que, justamente porque lo adoraba, hoy está desconcertada ante su propio descontento. Esta confusión nacional tardará en disiparse, pues alinear nuevamente las corrientes sociales internas del país no será tarea fácil.

A nivel externo, Canadá se había caracterizado por mantener una diplomacia eficaz, especialmente con su poderoso vecino del sur. Pero en un mundo en constante cambio, Canadá no supo cambiar. En su confusión adaptativa, el gobierno canadiense ha cometido graves errores estratégicos. Primero, decidió deteriorar su relación con México al asumir erróneamente que seguía siendo el "vecino consentido" de Estados Unidos, sin comprender que en la actualidad no hay consentidos, y que ese lugar debe ganarse con acciones concretas. Luego, en un acto de desesperación política, Canadá comenzó a lanzar golpes diplomáticos sin dirección clara, actuando como aquel borracho que se enfrenta al cadenero del bar, sin darse cuenta de que esa es la peor estrategia para entrar.

Así, tanto en el plano interno como en el externo, Canadá está extraviado. Y, como ocurre con esas empresas ciegas, que no identifican que su problema es estratégico y no operativo, Canadá ha decidido cambiar a los ejecutivos, comenzando por el Primer Ministro. Durante unos meses Mark Carney será el encargado de dirigir el gobierno de esta gran nación, hasta que lleguen las elecciones. Se espera que los canadienses opten por un cambio de partido, llevando a los conservadores al poder. Sin embargo, el dilema radica en que ellos son incluso más contestatarios que los liberales y, por lo tanto, sólo agravarán los problemas.

Al final, el verdadero desafío radica en que Canadá no ha comprendido cómo transformarse en un mundo que ha cambiado a su alrededor. El proceso de adaptación será doloroso y complejo, pero este es un parto necesario para que el país pueda renacer, antes de recuperar su estabilidad y volver a ganar liderazgo en el escenario global. Y hasta aquí el análisis septentrional de tu Sala de Consejo semanal.


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Arnulfo Valdivia Machuca
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