Política

Agustín Ramírez

  • Columna de Ángel Aguirre Rivero
  • Agustín Ramírez
  • Ángel Aguirre Rivero

Por los caminos del sur, vámonos para Guerrero / Porque le falta un lucero, y ese lucero eres tú. ¿Quién no ha tarareado esta canción que nos identifica a los guerrerenses?

Entre mis paisanos más famosos y destacados, sin duda alguna se encuentra José Agustín Ramírez Altamirano, a quien más que un compositor, considero un rescatista de la identidad y las tradiciones de Guerrero, plasmadas en sones, chilenas y boleros románticos que son parte de nuestra memoria colectiva.                                                                                  

Si los escritores y músicos plasman el tiempo que les tocó vivir, imagine usted a un muchachito que vivió en plena Revolución. Agustín Ramírez nació en Acapulco, un 11 de julio de 1903; a la edad de 13 años, tuvo a su cargo la Oficina de Telégrafos de Atoyac, con el grado de teniente. Una historia de vida sin duda extraordinaria.

Una aguililla chillona me quiso tronar el pico / yo le contesté: pelona / no soy pobre ni soy rico / soy puritito costeño, no me agrando ni me achico.

Su trascendencia tiene una gran dosis de esfuerzo y preparación musical: al emigrar a los 16 años al DF, se gradúa como profesor en 1924, y concluye también su formación en piano. Ejerce la docencia en municipios de Guerrero, a los que compuso canciones que perduran, en especial, Por los Caminos del Sur, el himno no oficial de Guerrero.

“Yo me quedaba estático al oírlo y lo recuerdo rodeado de una intensa luz dorada, como si fuera un sueño luminoso, porque en ese momento rebasaba la estatura humana y textualmente se iluminaba, se incendiaba al recordar su diamante azul (así le llamaba a Acapulco) y a todos nos dejaba una sensación de auténtica felicidad", escribe su sobrino el poeta y escritor José Agustín en el prólogo del libro Por los caminos de José Agustín Ramírez, editado durante la administración de Héctor Astudillo.

Acapulqueña, linda acapulqueña/ playera esbelta, pálida y sensual / en tu mirada ardiente y soñadora / hay un reflejo de tu inmenso mar.

Al dejar la docencia, forma varios grupos musicales con los que recorrería la república y el extranjero. Sus canciones está plenas del alma guerrerense, de evocación, de amor hacia Guerrero.

Por eso, no es una casualidad que lleven su nombre muchas escuelas en Guerrero, así como calles en varios municipios. Un homenaje del pueblo destinado a muy pocos.

Sean estas líneas un modesto homenaje a quien siempre vivirá en el corazón de la gente. Amor con amor se paga.

Del anecdotario:

Juan Molinar Horcasitas (qepd) fue mi compañero en la 59 Legislatura. Nos hicimos buenos amigos a pesar de militar en partidos diferentes. Alguna vez me invitó a comer a lo que él llamaba "el bar de la colonia", donde se comía espléndidamente y se interpretaban grandes melodías de jazz.

Después nos volvimos a encontrar, siendo yo senador y presidente de la Comisión de Comunicaciones y Transportes, y él titular de  la SCT. La platica tomó los rumbos de Guerrero. Me presumió que siendo muy joven conocía Marquelia (La Bocana ) en Costa Chica, y Piedra Tlacoyunque y Michigan en la Costa Grande, hermosas playas guerrerenses.

Pero lo que me dejó  sorprendido, fue cuando me mostró con mucho orgullo unos discos y cassettes de Agustín Ramírez: “Mira, Ángel, quiero que escuches la mejor música de México…”. Y puso las canciones: Por los Caminos del Sur, Acapulqueña, Linaloe, Atoyac y Ometepec, todas las conocía de memoria. Un abrazo, Juanito, hasta donde te encuentres.

La vida es así.

Ángel Aguirre Rivero

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