Wimbledon tomó esta semana una decisión unilateral de no permitir jugar a tenistas rusos y bielorrusos.
Está claro que el mundo condena la invasión rusa a Ucrania, la pregunta es con qué fin el All England Club tomó la determinación de que los jugadores de esos países no participen este año.
Obviamente Vladimir Putin no va a cambiar su plan militar por la posibilidad de que el público en la Cancha Central pueda ver al número dos del mundo, Daniil Medvedev, que nunca ha pasado de la cuarta ronda, enfrentarse a Novak Djokovic en una hipotética Final.
Un argumento algo mejor a favor de la prohibición es que Wimbledon quiere evitar que Putin celebre una posible victoria rusa en este Grand Slam.
En teoría, el deporte y la política deberían ser esferas separadas, pero en la realidad, la política y los logros deportivos siempre han estado entrelazados.
Ningún líder político ha aprovechado los triunfos deportivos y la grandeza nacional más abiertamente que Putin, un cinta negra de judo que ha invertido mucho en el deporte, organizando eventos importantes como el Mundial de Futbol en el 2018 y los Olímpicos de Invierno de Sochi 2014.
Wimbledon quiere evitar una remota posibilidad de que Putin celebre mientras la monarquía británica premia a Medvedev por su victoria, nada menos que en el centenario del torneo.
Sin embargo, los directamente afectados por esto son los tenistas rusos y bielorrusos que nada tienen que ver en las estrategias militares ni en las decisiones de sus dirigentes.
Antes de enfrentarse a la ucraniana Elina Svitolina en el Abierto GNP Seguros en febrero, la rusa Anastasia Potapova publicó un escrito en sus redes sociales, en el que mostraba su desacuerdo de que la WTA retirara las banderas y nacionalidad de los tenistas de su país en los torneos.
La jugadora decía que el tenis es un deporte individual, por lo tanto no jugaban por un país, además de que estaban afectando su modo de vida.
Algo similar dijo Martina Navratilova cuando hizo una distinción entre los deportes de equipo y los individuales, al afirmar que los equipos juegan bajo una bandera y el nombre de un país, e incluso hay deportes con programas de desarrollo dirigidos por el estado, como la gimnasia.
Pero fuera de la Copa Davis y la Copa Billie Jean King, el tenis es un deporte individual, en el que la nacionalidad desempeña un papel muy limitado.
En el tenis, la ciudadanía no coincide necesariamente con la identidad nacional, podemos encontrar tenistas rusos entrenando en academias de tenis en España o Estados Unidos. Maria Sharapova se mudó a Estados Unidos cuanto tenía 12 años, pero representó a Rusia en los Juegos Olímpicos del 2012.
Se dice que la WTA y la ATP se reunirán esta semana en Madrid para estudiar una posible sanción a Wimbledon que consiste en quitarle todos los puntos del ranking mundial, y con esto ningún jugador iría a Londres.
Finalmente, los afectados cualquiera que sea la decisión, serán las y los tenistas, los que nos brindan el espectáculo.
Alfredo Ramírez