Estados

Tacones de charol y moños de colores; canciones que marcaron los festivales del Día de las Madres

En las escuelas de los años 90 y 2000 eran verdaderas ceremonias del amor filial, cargadas de brillantina, faldas con holanes y pistas de audio quemadas de tanto usarse.

En los patios de concreto caliente, adornados con papel picado y sillas de plástico alineadas con precisión maternal, los festivales del Día de las Madres en las escuelas mexicanas de los años 90 y 2000 eran verdaderas ceremonias del amor filial, cargadas de brillantina, faldas con olanes y pistas de audio quemadas de tanto usarse.

Y si había una estrella en el repertorio, era el inconfundible ‘Ratón Vaquero’ de Cri-Cri. Cada año, decenas de niños con sombreritos de fieltro, bigotes pintados y pistolas de plástico al cinto, salían a escena a zapatear con más ternura que ritmo. ‘¡What the hell is this!’ gritaban con acento improvisado, arrancando carcajadas de las mamás que grababan cada paso.

Esta canción no solo era divertida, también era una tradición sagrada en los preescolares. Para muchos niños, el Ratón Vaquero fue su primer papel teatral, su primer disfraz, y, a menudo, su primer olvido de coreografías en público.


Junto a este clásico, otros himnos festivaleros sonaban año tras año. ‘Señora, Señora’ de Denisse de Kalafe era la balada obligada. Las niñas, vestidas de blanco y con flores en la cabeza, alzaban los brazos y recitaban versos con todo el dramatismo que un segundo de primaria puede dar. Siempre había lágrimas, y no solo en el público.

En contraste, la euforia se desataba con ‘Payaso de Rodeo’ de Caballo Dorado, un clásico que desafiaba la coordinación motriz de todo el salón de quinto año. Había pisotones, caídas y confusión, pero también carcajadas y esa emoción incontrolable que hace únicos estos festivales.


Otros infaltables eran ‘El baile del sapo’, ‘Pimpón’, y ‘Los cochinitos dormilones’, donde los más pequeños conquistaban a sus mamás con saltitos, bostezos falsos y peinados de gel con figuritas de estrellita.

Y cuando los niños crecían un poco, llegaban las baladas pop y los ‘números grandes’, con ‘Color Esperanza’ de Diego Torres, donde el mensaje era claro: mamá, gracias por todo.

Pero ninguna canción, por más moderna que fuera, podía robarle el trono al Ratón Vaquero. Porque ese personaje de Cri-Cri, mitad caricatura y mitad símbolo nacional, representaba la esencia misma del festival: alegría, imaginación y un amor desbordante por mamá.

Hoy, en la memoria de miles de familias mexicanas, esos festivales siguen vivos. Y si cierras los ojos, todavía puedes escuchar el “Estaba el ratón vaquero sacando sus pistolas…” seguido de un aplauso que venía del alma.



DAED

Google news logo
Síguenos en
Notivox Digital
  • Notivox Digital
  • [email protected]
  • Noticias, análisis, opinión, cultura, deportes y entretenimiento en México y el mundo.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.