La vida de las cantinas más antiguas de la ciudad y del estado de Oaxaca, a las que los parroquianos acuden por tradición, es registrada por Regina Mejía, quien se propuso, a través de la fotografía estenopeica (en la que se usa una cámara rudimentaria sin lente), capturar los mágicos momentos que se suceden entre brebaje y brebaje.
Mejía logró construir un fantástico recorrido por estos lugares que resguardan miles de anécdotas, para compartirlo en la exposición Entre y copa en la cantina El Otro Mundo, como parte de la Semana de la Fotografía Estenopeica en Oaxaca.
En estos sitios donde se entretejen historias, donde rifa la frase: “más vale ser borracho conocido que alcohólico anónimo”, Mejía tomó más de un centenar de fotografías estenopeicas de las cuales 11 se presentan en esta muestra.
A lo largo de un año visitó cantinas tradicionales, como El Otro Mundo, Los Cocos, El Jinete, El Tercer Mundo, El Pava, El Faro, Garibaldi, Pollos Bar y El Veinte, siempre acompañada de su “caja de la fascinación”, como le llama a su cámara.
“Me gusta hacer foto estenopeica porque los resultados que obtengo con esta técnica siempre me asombran, es una técnica muy mágica y sorprende lo que puedes lograr con una cámara muy básica. Prácticamente es una caja de madera con un orificio, que es el estenopo. Las cámaras estenopeicas no cuentan con lente, y para poder registrar mis imágenes utilicé un rollo de color en formato 120”, explica la artista.
CELEBRACIÓN Y REFUGIO
Las fotografías de Mejía constatan que las cantinas en Oaxaca, como en todo lugar, son espacios para la celebración y la alegría, pero también refugio de los adoloridos, de los decepcionados que acuden a llorar sus penas de amor o sus infidelidades.
Cuenta la fotógrafa que le daba curiosidad ver qué había detrás de las puertitas de las cantinas, sobre todo cada vez que veía una con aspecto antiguo o que ya tenía bastantes años. Quería entrar porque le recordaba a su abuelo, don Agustín Bautista Maqueos.
“Poco a poco empecé a ir a estos lugares y a conocerlos. Como que en cada cantina casi siempre va la misma gente: son lugares de reunión, van los del barrio, así como también aquellas personas que alguna vez vivieron cerca de ahí”.
Las cantinas por lo regular son lugares pequeños que conservan su arquitectura vernácula, dice la artista. “Las que fotografié son muy antiguas, la mayoría tienen una barra y un cantinero que lleva ahí varios años. La gente va ahí a platicar, a pasar un rato, son puntos de reunión, donde uno llega y te reciben bien. Anteriormente era mal visto que una mujer entrara a una cantina; hoy en día ya es normal que acudamos a estos sitios que son un punto de encuentro de varias generaciones. La gente va a reunirse con sus amigos, a platicar y a convivir”.
SEDUCIDA POR EL ASOMBRO
José Luis Pérez Cruz, autor del texto de la exposición, indica que la fotógrafa, seducida por el asombro, acudió a las cantinas.
“La presencia de Regina Mejía en estas viejas cantinas no es una historia reciente, ni una moda por explorar la identidad de algo que le ha sido ajeno. El viejo Maqueos, su abuelo, la recibía en su negocio con un fuerte abrazo que olía a ese sabroso mezcal sin marca. La fiesta ha rodeado siempre a esta fotógrafa, pues en la cantina de don Agustín Bautista Maqueos, en lo alto de Sierra de Juárez, el ambiente era intenso, con un paisaje colmado de nubes, que a cualquiera hacía soñar mientras sonaba la voz de Lucha y Lola cantando recio la música de Cuco Sánchez, José Alfredo Jiménez y Juan Gabriel”.
Entre copa y copa se exhibe en El Otro Mundo, Escuela Naval Militar 107, en Oaxaca.
LAS CLAVES
SOBERANO ABSOLUTO
Las fotos tienen títulos como “Y tú que te creíste el rey de todo el mundo” o “Borracheras que no terminamos”.
DE UN SOLO GOLPE
Otro título que resulta evocador : “Acaba de una vez de un solo golpe”.