Los problemas de estrés y ansiedad son cada vez más frecuentes. La Encuesta Nacional de Bienestar que realizó el Inegi en 2021, señala que 19.3 por ciento de la población adulta tiene síntomas de ansiedad severa y otro 31.3 por ciento en menor grado, donde las mujeres muestran mayor problema porque son quienes tienen menor balance anímico respecto a los hombres, en todos los grupos de edad.
Las consecuencias de la ansiedad y el estrés pueden ser muy variadas, las más frecuentas son a nivel físico y el primero en resentirlo suele ser el estómago, pero hay otras menos presentes, como la tricofagia, la constante ingesta del cabello propio, que pueden causar un grave problema de anemia, además puede ameritar cirugía y tratamiento psicológico para superar una recaída.
El doctor Gerardo López Miranda explica que el trastorno obsesivo compulsivo de jalar, retorcer e incluso arrancar el cabello de la cabeza, cejas, pestañas y vello corporal para calmar episodios de ansiedad o angustia se conoce como tricotilomanía y el comerse el cabello como tricofagia.
La psiquiatra general especialista en niños y adolescentes, Jazmín María Jaramillo Borges, apunta que esta acción fue descrita por el psiquiatra francés Hallopeau en 1889, pero fue aceptada como diagnóstico psiquiátrico 100 años después. En países como Costa Rica la incidencia de arrancarse el cabello oscila entre 0.6 y 1.6 por ciento y de ellas 30 por ciento se come el pelo y de ese porcentaje uno por ciento requiere de tratamiento quirúrgico.
En México no existen estadísticas confiables. La Academia Mexicana de Cirugía publicó un artículo denominado “Tricotilomanía, tricobezoar de repetición y síndrome de Rapunzel. Informe de un caso y revisión de la literatura”, firmado por Bulmaro Morales Fuentes, Ulises Camacho Maya, Fanny Leslie Clemente y Juan Carlos Vázquez Minero, en el cual señalan que hasta 2007 se habían informado de 27 casos, de los cuales 26 fueron en mujeres.
En entrevista con MILENIO Estado de México, Gerardo López indica que en los 11 años que lleva ejerciendo la carrera de médico, donde se incluyen cinco años de la especialidad de cirugía gastrointestinal, ha conocido cinco casos. El último fue este año, se trató de una joven de 22 años que llevaba ocho años comiendo su cabello, por lo que acumuló un kilo y medio dentro de su estómago, sin permitirle pasar alimento y ocasionado un cuadro grave de anemia.

El especialista labora actualmente en el Hospital General de Atlacomulco, del Instituto de Salud del Estado de México (ISEM) y en su consultorio privado en la calle de Tenancingo, en el municipio de Toluca, donde atiende todo tipo de problemas gástricos.
Aclara que no todos los casos llegan al médico, porque eso depende de la cantidad y el tiempo con esta conducta. Nadie reconoce que alguna distensión o dolor se debe a comerse el cabello; el médico se da cuenta cuando observa desnutrición y palpa el bulto en la boca del estómago y el paciente ya no puede ingerir alimentos.
“Rara vez la paciente va a llegar diciendo que se come el cabello. Llegan por dolor abdominal, por pérdida de peso, porque se sienten fatigadas, tienen anemia y en el momento de la exploración se ve a una paciente sumamente delgada, desnutrida y al tocar el abdomen se siente una tumoración al nivel de la boca del estómago y entonces empiezas a suponer que la paciente está teniendo este tipo de conductas porque por el grupo etario podrías decir que es un tumor sin embargo una paciente joven rara vez va a tener un tumor, pero muchas veces en el interrogatorio lo niegan, les da pena o es algo que no tienen muy presente”.
La tricofagia, señala, es un trastorno psicológico generalmente causado por un problema de ansiedad donde la persona se arranca mechones y los consume sin estar consciente de lo que está haciendo. “Llega el momento, después de años, en el que esto ocasiona un tapón o una oclusión gastrointestinal y la paciente pierde peso, empieza con datos de desnutrición y es imposible el consumo de alimentos porque no pasa el alimento; el dolor es muy grande y la única opción es la cirugía”.
¿Por qué no se desechan?
A pesar que los cabellos llegan el estómago y el jugo gástrico disuelve la mayoría de los alimentos, explica, es muy difícil digerirlo porque tienen queratina y se acumulan en las paredes del estómago, creando un tapón porque se juntan los jugos gástricos y se hace una plastilina que tapa el flujo de salida del estómago. El cabello toma la forma del estómago y eso se conoce como bezoa y cuando otra parte adquiere la forma del duodeno, a esta trenza se le llama síndrome de Rapunzel.
Una parte de los cabellos, agrega, si se logra desechar pero otra se queda atorada y no le permite a la persona comer normalmente porque le va quedando poco espacio y el conducto para desechar la ingesta se obstruye hasta no dejar pasar nada.
La cantidad de cabello que puede tener una persona en el estómago es muy variable, porque se trata de un órgano que puede crecer en la medida que se consumen alimentos, como en su último caso, cuando logró extraer una masa de kilo y medio con todo y trenza.
Las razones de esta conducta tienen que ver con la necesidad de comer alimentos extraños, hay quienes se llevan a la boca yeso, tierra, hielos, uñas o pedazos de piel por ansiedad, porque les hace falta algo y se calman de esta manera, aunque las repercusiones pueden ser muy distintas, pues en el caso del hielo, este se convierte en agua, la tierra puede originar una infección intestinal, el yeso envenenamiento y el cabello un taponamiento.
Hasta el momento esta acción es más común en mujeres jóvenes y generalmente en quienes están dentro de una familia disfuncional, donde son violentadas y sufren ansiedad.
Tratamientos
En la parte física, Gerardo López señala que se atiende el problema con la cirugía, se extrae el cuerpo extraño que obstruye el estómago y eso permite que la paciente empiece a ganar peso poco a poco y una recuperación en aproximadamente seis meses, pero lo más importante es el apoyo psicológico de su familia, porque si no soluciona el problema que la llevó a esa conducta volverá a recaer rápidamente.
Por ello, la familia juega un papel importante, antes, durante y después, porque a partir de la observación se puede dar cuenta de lo que hace alguien que está cerca y a través de la comunicación puede ayudar a resolver problemas. Aunque gran parte de estas conductas se hacen a escondidas hay acciones evidentes como dejar de comer, la pérdida de peso y en ocasiones la falta de mechones, con áreas de calvicie o alopecia.
Para estos pacientes la atención médica es efectiva. La muerte sólo ocurriría si existe vómito de manera importante y no reciben atención, causando deshidratación, pero la mayoría llegan al hospital por los dolores.
Alejandra Jiménez Dorantes, psicóloga clínica, explica que en el síndrome de la tricofagia hay rasgos que delatan esta acción, desde el jugar continuamente con el cabello, morderlo, llevárselo a la boca o por cualquier pretexto arrancarlo. La acción generalmente se vuelve inconsciente porque su mente está ocupada en algún tema estresante o de ansiedad, como pueden ser problemas económicos, familiares o violencia.
Aunque hay mucha gente con problemas de ansiedad, no todas caen en esta conducta. Esto también se acompaña del estado de ánimo, de depresión; existen familias disfuncionales, personas que eran regañadas, invalidadas y humilladas que encuentran en esto la forma de expresarse.
En estos casos se recomienda un tratamiento mixto, en el que estén presentes los psicofármacos que consideren el psiquiatra y la psicoterapia. El problema es que apenas se está abriendo el camino para la psicología, pero no para la psiquiatría porque la palabra todavía asusta y muchos pacientes abandonan el tratamiento por temor a hacerse dependientes o por relacionar esa profesión con un tema de locura.
Es claro, agrega, que todos podemos tener rasgos depresivos y es normal no querer salir en todo el día de la cama, pero no cuando eso impide hacer una vida cotidiana, es decir, ir a trabajar, a la escuela o incluso comer, ya es un trastorno de ansiedad.
“Si se tuviera esta educación de ir al psicólogo evitaríamos muchos trastornos, porque en estos casos la atención primaria es muy importante, desde la casa, desde la educación y comunicación, qué tanto le permites a tus hijos o hijas hablar de sus sentimientos, generar confianza, fortalecer su autoestima, evitar cualquier tipo de violencia que pueda derivar en ansiedad o en trastornos de conducta alimentaria” resalta.
La psicóloga, quien ha tomado varios cursos en psicología conductual y actualmente está haciendo un diplomado en psicología hospitalario, atiende este tipo de problemas de manera conjunta con el doctor Gerardo López, porque muchos de los problemas personales pueden recaer en varias enfermedades, entre ellas, la colitis y gastritis u otros trastornos.
“Así los resultados son más efectivos. Ayuda mucho el trabajo interdisciplinario y saber hasta dónde llega el papel de cada especialista, sin invadir campos” sostiene.
Comparten casos
Aunque no es un problema generalizado, la Secretaría de Salud del gobierno federal advierte los riesgos de arrancarse el cabello y comerlo, por una urgencia irresistible e inconsciente de lograr una sensación de alivio, por depresión, ansiedad y baja autoestima.
Quien pasa manera esporádica por años arrancándose cabello, subraya, puede ocasionarse calvicie severa, así como serías complicaciones que propician obstrucción en los intestinos cuando se comen el cabello.
La revista de Especialidades Médico Quirúrgicas del ISSSTE difundió el caso de un adolescente de 17 años, originario y residente del Estado de México, quien llegó con desnutrición de segundo grado, zonas de alopecia en las cejas, abdomen globoso distendido, a quien le extrajeron más de un kilo de material textil combinado con materia fecal, que se fue originando por problemas de acoso escolar durante varios años, que lo incitaban a arrancar los hilos de la ropa y tragarlos.
En dicho artículo de la Academia Mexicana de Cirugía se presentó el caso clínico de una mujer de 22 años con dolor abdominal intermitente, náuseas vómito ocasional y pérdida de peso, con seis años de antecedentes de tricotilomanía y tricofagia, quien tenía anemia por un conglomerado de cabello que comía porque sentía placer cuando el cabello le raspaba la garganta.