Cansancio extremo, fiebre sin causa aparente, sangrados nasales o de encías y dolor en los huesos podrían ser signos de alerta de una enfermedad poco conocida, pero altamente tratable: la leucemia promielocítica aguda (LPA), un tipo de cáncer hematológico que afecta principalmente a adultos jóvenes y adultos mayores.
Luis Meillón García, hematólogo y ex presidente de la Agrupación Mexicana para el Estudio de la Hematología (AMEH), destacó la importancia de difundir información sobre esta forma de leucemia, que si bien es menos común, tiene altas probabilidades de curación si se detecta en etapas tempranas.

“La LPA se origina en las células mieloides y es una de las formas más tratables de leucemia. Gracias a terapias como el ácido holo-trans-retinoico (ATRA), en combinación con trióxido de arsénico, hemos visto tasas de remisión completa de hasta el 89 por ciento en pacientes diagnosticados de forma oportuna”, explicó.
Uno de los principales riesgos de esta enfermedad es la hemorragia, que puede provocar complicaciones graves si no se atiende a tiempo. “El uso temprano de tretinoína ha demostrado reducir significativamente la mortalidad por sangrados, sin necesidad de recurrir a quimioterapia, lo que también minimiza efectos adversos a largo plazo”, señaló el especialista.
A diferencia de otros tipos de leucemia, la LPA provoca un “atasco” de células inmaduras en la médula ósea, lo que impide la producción normal de glóbulos rojos, blancos y plaquetas. Esto deriva en una mayor susceptibilidad a infecciones, fatiga severa y trastornos hemorrágicos.
Entre los principales síntomas que deben motivar una consulta médica se encuentran:
- Fatiga extrema que no mejora con el descanso.
- Fiebre persistente sin causa aparente.
- Sangrados inexplicables (moretones frecuentes, encías sangrantes o hemorragias nasales).
- Infecciones recurrentes.
- Palidez inusual.
- Dolor óseo o molestias articulares.
El llamado de los especialistas es claro: ante la sospecha de síntomas, acudir a una valoración hematológica puede hacer la diferencia entre una enfermedad potencialmente mortal y una condición curable. La clave está en el diagnóstico temprano y el acceso a tratamientos efectivos.
La leucemia promielocítica aguda ya no es una sentencia; con atención médica oportuna, es una batalla que se puede ganar.
LP