El estrés térmico es la carga de calor que los trabajadores reciben y acumulan en su cuerpo, lo que resulta de la interacción entre las condiciones ambientales del lugar donde laboran, la actividad física que realizan y la ropa portan en sus actividades.

Dicha causa puede aumentar la probabilidad de que se produzcan accidentes de trabajo, se agraven enfermedades cardiovasculares, respiratorias, renales, cutáneas, diabetes y se produzcan las llamadas enfermedades relacionadas con el calor, como la deshidratación o hemorragias de sangre nasales y en casos más graves:
Erupción cutánea: coloración roja desigual en la piel, picores intensos, molestias que impiden o dificultan trabajar y descansar bien.
Calambres: Espasmos, que son movimientos involuntarios de los músculos, dolores de brazos, piernas y abdomen.
Síncope por calor: Desvanecimiento, visión borrosa, mareo, debilidad y pulso débil.
Deshidratación: Sed, boca y mucosas secas, fatiga, aturdimiento, taquicardia, piel seca, orina concentrada y oscura.
Agotamiento por calor: Debilidad y fatiga extremas, náuseas, malestar, mareos, taquicardia, dolor de cabeza, pérdida de conciencia, piel pálida, fría y mojada por el sudor.
Golpe de calor: Taquicardia, respiración rápida y débil, tensión arterial elevada o baja, irritabilidad, confusión y desmayo.
Los empleos en oficinas abarrotadas, al aire libre, fundiciones, fábricas de ladrillos, fábricas de cerámica, plantas de cemento, hornos, panaderías, lavanderías, fábricas de conservas, minas e invernaderos, son consideradas de alto riesgo para la salud en época de calor.
Las medidas de prevención es adecuar horarios de trabajo y de descanso, hidratarse, evitar la exposición prolongada a los rayos del sol, que los trabajadores tengan su ritmo de trabajo, instalar aire acondicionado o ventiladores en espacios cerrados y evitar oficinas abarrotadas.
La población más vulnerable son adultos mayores, personas, con obesidad, con problemas de presión arterial y con problemas hormonales.
AAC