En siete municipios de Coahuila se han realizado exhumaciones en fosas comunes, de acuerdo con la Coordinación Estatal de Exhumaciones y la Fiscalía General del Estado. Las localidades de Acuña, Piedras Negras, Sabinas, Zaragoza, Saltillo, Ramos Arizpe y Torreón han sacado a sus muertos para intentar identificarlos, sin embargo, prácticamente ninguno de ellos dispone de las exigencias legales en la materia.
Los municipios de Piedras Negras, Torreón, Saltillo y Ramos Arizpe no tienen un registro digital de sus inhumaciones incluyendo las fosas comunes, y en el caso de las exhumaciones, a excepción de Ramos Arizpe, que cuenta con una hoja de cálculo, los demás tienen datos únicamente en papel, según la encuesta Recopilación de Información de los Cementerios Públicos en las Zonas Metropolitanas del País (RICPZMP), del Inegi, Fosas Comunes (Junio 2020).
Incluso, municipios como Acuña y Sabinas, ni siquiera cuentan con un Reglamento Municipal de Panteones, y apenas tienen un bando de Policía y Buen Gobierno. En el caso de Acuña, el Título Tercero relativo al Servicio de Cementerios, que regula el traslado e inhumación de cadáveres, establece que aquellos no reclamados dentro del término de las 48 horas siguientes a su fallecimiento, serán inhumados por cuenta y orden del Ayuntamiento, lo que claramente contradice la Ley General. Sabinas no tiene ninguna especificación reglamentaria en su bando de Policía, y sólo hace referencia en su artículo 51, de que los panteones forman parte de los servicios municipales.
Un antiguo desorden
Las nuevas reglamentaciones no han logrado un reordenamiento de los cementerios, ya que, de acuerdo con Jesús Fernando González Lozano, Subdirector de Unidades de Investigación y Coordinador del Plan Estatal de Exhumaciones, estos siete panteones no cuentan con toda la información acerca de los cuerpos.
“No existen registros adecuados del lugar donde fueron inhumadas las personas, es decir encontramos discrepancias entre la ubicación que señala el panteón con el cuerpo que nosotros pretendemos localizar”, asegura el subdirector.
El fin del plan es hacer una prospección completa de los panteones para determinar el número de fosas, lo que hasta ahora no han podido lograr.
“Nosotros tenemos un expediente, y de acuerdo a esa información el cuerpo se encuentra en tal fosa; vamos, abrimos la fosa y resulta que en lugar de encontrar un cuerpo podemos encontrar dos”, explica González Lozano.
De los diagnósticos hechos hasta ahora, en los panteones 1 y 2 de Torreón, cuyas prospecciones se hicieron con la Universidad de la Laguna; en el primero se encontró que hay un total de 121 fosas con cuerpos, y en el panteón 2.73 fosas con cuerpos.
Todos relacionados con investigaciones de la Fiscalía, pero al proceder a la cartografía y la ubicación exacta de cada una de las fosas con coordenadas y conteos de ubicación, se encontró que los cuerpos no identificados no están inhumados por lotes o por filas, sino entre las filas de los cuerpos que han sido inhumados o que han sido llevados por familias.
En el de Piedras Negras, la prospección se hizo con la ayuda de las familias; y una constante ha sido encontrar un mayor número de fosas de las que se tienen registradas.
Esta falta de orden en los panteones ha derivado en situaciones que van desde la venta de cuerpos, hasta el cambio de los mismos, dice Silvia Ortiz de Sánchez Viesca, madre de Silvia Estefani Sánchez Viesca Ortiz, desaparecida en noviembre de 2004, y representante del Grupo Vida Laguna especializado en búsqueda y localización de restos.
“En los tiempos difíciles de la delincuencia cuando los de la Fiscalía iban a llevar un cuerpo les caían los malos, y entonces ellos salían corriendo para esconderse y ahí dejaban los cuerpos, aquí se vienen cuestionamientos: ¿Cuántos cuerpos se pudieron haber llevado los malos y que los panteoneros no dijeron nada? ¿Y quién te dice que a lo mejor no eran los mismos cuerpos, sino que los cambiaron?”.
Lorena Amabilia Vallejo Vázquez, la madre de Cristian Daniel Mundo Vallejo, sufrió en carne propia este desorden al conocer que el cuerpo de su hijo estaba en el Panteón La Paz.
“Cuando yo supe que mi hijo estaba allí me dijeron que eran 11 personas, después con el paso del tiempo me decía que eran 17 personas, después me dijeron que eran 20 y tantas personas y ahí mi desesperación cuando ya me dijeron que estaba con 30 y tantas personas”, al final, fueron más de 50 cuerpos los que estaban junto a Daniel y recuperar sus restos le costó nueve años de dolor extra.
dmr