DOMINGA.– María del Carmen Volante estaba por una arrancar una búsqueda en un paraje del bosque del Ajusco, cuando se enteró de una nueva desaparición, la de una joven, a unos kilómetros de donde se encontraban, en la misma región serrana del sur de la capital donde se vió por última vez a su hija Pamela Gallardo Volante, de 23 años, aquel 5 de noviembre de 2017 que le cambió la vida.
Con los años, la madre buscadora ha ido recopilando información sobre las dinámicas locales de este territorio al que califica como “ingobernable”: las viejas disputas por el control de tierras y recursos; la expansión de la mancha urbana y la invasión de terrenos; la proliferación de actividades como la tala ilegal, la depredación de la fauna y flora.
Y desde luego, también los secuestros, los homicidios y las redes de trata, actividades para las que los criminales aprovechan la confluencia de los límites entre las demarcaciones del Estado de México, Morelos y la Ciudad de México.
Así que esa mañana del 14 de julio de 2025 una noticia llegó a los oídos de María del Carmen: un operativo se desplegaba para localizar a Ana Amelí García Gámez, de 19 años, desaparecida dos días antes, mientras realizaba senderismo en la montaña Pico del Águila, dentro del Parque Nacional Cumbres del Ajusco.
Dos días antes, la joven envió un mensaje a su familia con una foto en la que aparecía en la cima de la montaña, pero después no volvió a comunicarse y no regresó a casa. Pasados los días, ante la presión mediática, las autoridades anunciaron la búsqueda con más de 100 personas desplegadas en diversas áreas del parque. “A mí me deja [la noticia] muy impresionada porque estábamos buscando en parte de lo que es el Ajusco, donde subes. Y dijimos: [la búsqueda] será también para Ana Amelí. Porque, si la encontramos, ¿para quién va a ser? Para todos”, dice.
Hasta ahora no hay pistas de Ana Amelí ni de Pamela. Además, en las siguientes semanas se sumaron dos desapariciones más que fueron denunciadas en esta región que pertenece a la alcaldía Tlalpan. El 2 de septiembre, María Isabella Orozco Lozano, de 16 años, fue vista por última vez en San Miguel Xicalco, un pueblo al pie del Ajusco. El 16 de septiembre, Luis Óscar Ayala García, de 48 años, fue a correr cerca del Pico del Águila, se localizó su auto pero a él no.
Después de casi ocho años, la familia Gallardo Volante dice haber participado en cientos de búsquedas en esa serranía boscosa. El rastro de Pamela se perdió después de asistir al festival de música Soul Tech, en el kilómetro 13.5 de la carretera Picacho-Ajusco. Hoy María del Carmen reconoce que ya no sólo busca a su hija. Busca a cualquier desaparecido que pueda encontrar en su camino.

Se multiplican los colectivos de búsqueda en El Ajusco
María del Carmen visitó por primera vez el Ajusco en noviembre de 2017. Nunca antes había estado en el área natural protegida, que las personas frecuentan los fines de semana para realizar actividades ecoturísticas o pasar un día de campo.
“Cuando la fuimos a buscar, yo decía, esto es inmenso, ¿cómo voy a recorrer estas zanjas?”, dice. Le parecía inabarcable esa reserva natural que forma parte de la cadena montañosa Sierra del Ajusco. Así que empezó por recorrer las colonias aledañas, como Héroes de 1910 y Lomas de Tepemecatl.
Entonces era una zona menos urbana, veía poca afluencia de personas, con excepción de los visitantes de fin de semana, dice la madre a DOMINGA. “En el kilómetro 11.2 hay una zona con bares y cantinas”, agrega. En esos asentamientos repartió y pegó información para la localización de Pamela.

En la Ciudad de México existía el Centro de Apoyo a Personas Extraviadas y Ausentes, pero era un centro que no realizaba búsquedas. Así que, durante sus primeras batidas en 2017, María del Carmen iba acompañada de familiares y amigos; luego los guió el Grupo de Acción por los Derechos Humanos y la Justicia Social, que traía aprendizajes de colectivos al interior del país.
Un par de semanas después de la desaparición de Pamela, la familia se enteró de que habían encontrado a una mujer sin vida detrás de un restaurante en el Ajusco, cerca del kilómetro 13 de la carretera Picacho-Ajusco. El cuerpo estaba quemado pero el forense determinó que se trataba de una mujer de entre 20 a 28 años con marcas de haber tenido una cesárea, lo que descartó que se tratara de Pamela.
Con los años, a esta madre le tocó ver cómo la organización de grupos de búsqueda tomó fuerza en la ciudad. Debido a la presión de las familias, en septiembre de 2018 se creó la Fiscalía Especializada en la Búsqueda, Localización e Investigación de Personas Desaparecidas; y en junio de 2019 comenzó a operar la Comisión de Búsqueda de Personas local.
Ese mismo año la madre se unió a otras personas para fundar el colectivo Hasta Encontrarles CDMX. Y María del Carmen, concentrada en estudiar la región del Ajusco como sitio de desaparición, identificó un dato revelador.
“Me vengo enterando de que se decía que personas nativas de ahí desaparecieron también”, dice refiriéndose a habitantes de los pueblos originarios San Miguel Ajusco y Santo Tomás Ajusco.

Del año 2000 hasta el 30 de septiembre de 2025, la Ciudad de México sumó 6 mil 439 personas desaparecidas y no localizadas, de acuerdo con el Registro Nacional; de ellas, 342 en Tlalpan. Y cinco pueblos originarios en el Ajusco cuentan con las cifras más altas de la alcaldía: San Miguel Topilejo (15), San Andrés Totoltepec (11), San Pedro Mártir (11), Santo Tomás Ajusco (11) y San Miguel Ajusco (9); mientras 177 son contabilizadas “sin referencia”.
El análisis que María del Carmen realizaba intuitivamente ya apuntaba hacia sitios específicos. Para 2019, cuenta, establecieron como cuadrante de búsqueda el “Llano de Vidrio”, una extensión amplia de bosque que ya la prensa había identificado como un “cementerio clandestino”.
Desde 2014, tres años antes de la desaparición de Pamela, fue pública la declaración de un presunto líder una banda de secuestradores, Los Camacho; señaló que ese lugar en medio del bosque lo usaban para enterrar a sus víctimas. Miguel Ángel Mancera, entonces jefe de gobierno de la ciudad, anunció puntos de control y patrullajes del Ejército, la Policía Federal y hasta una policía montada para reforzar la seguridad de la zona.
Nada de aquello evitó que las desapariciones continuaran. Esa área de enterramientos clandestinos se convertiría en uno de los sitios de mayor interés para María del Carmen Volante y otras madres buscadoras que surgieron conforme aumentaron las desapariciones en la capital del país.

Llano de Vidrio, un viejo y conocido sitio de desaparición
En la Glorieta de las Mujeres que Luchan, al aire libre, un grupo de personas realizó una ceremonia fúnebre la tarde del viernes 31 de enero de 2025. Mientras los vehículos transitaban por el Paseo de la Reforma, el grupo rodeaba un ataúd blanco que llevaba sólo 20% del cuerpo de Monserrat Uribe Palmeros, desaparecida a los 21 años, el 24 de julio de 2020.
Los restos de la joven, mamá de dos niños, fueron hallados el mes de noviembre de 2024 en el Llano de Vidrio. Jaqueline Palmeros, madre de Monserrat y fundadora del colectivo Una Luz en el Camino, participó en la brigada que encontró los fragmentos óseos en el Ajusco. Dos meses más tarde, el 17 de enero, las autoridades confirmaron que eran de su hija.

Aunque Monserrat desapareció en la alcaldía Iztapalapa, Jaqueline realizó investigaciones por su cuenta que la llevaron al Ajusco. “Lo que me dio para ir hacia allá era una denuncia anónima vía Messenger. Donde me describieron qué le habían hecho a mi hija, algo muy cruel”, dice.
Como no se trataba de una geolocalización o declaración formal, la Fiscalía no lo consideró información válida para incluirla en la investigación. Pero la madre sí lo asumió como pista.
Jaqueline avanzó intuitivamente. “Tuve que hacer mi propio análisis de contexto, del crimen organizado que imperaba en el Ajusco”, dice, y añade que identificó al menos seis células criminales, “sin contar a los que suben del lado de Morelos y del Estado de México”.
Supo también de algunos patrones que le sirvieron de guía: “Encuentran a mujeres sin vida, fragmentadas, pero como hay zonas de difícil acceso, pues obviamente se prestan para el ocultamiento”. Uno de esos polígonos es el Llano de Vidrio que aparecía en la prensa desde 2014 como “cementerio clandestino” y donde brigadas recientes encontraron los restos de tres personas, antes de Monserrat.
“Es una barranca de unos 50 metros, más o menos, de fondo. Pero de largo son como 150. Está en medio de la nada, no hay señal, no hay alumbrado, no hay nada. Es un lugar que totalmente se presta”, dice Jaqueline sobre el lugar en el que han encontrado cuerpos y restos de personas.
Otros polígonos que madres buscadoras han ubicado como “depósitos” son el Mirador de Topilejo, el Centro de Educación Ambiental Ecoguardas y puntos al paso de la Ciclovía Ferrocarril de Cuernavaca, que aprovecha la antigua ruta de paso del tren. Han podido identificarlos, no gracias a la gran tecnología o metodología aplicada por las autoridades, sino a una estrategia básica que usan los colectivos de búsqueda.
“Nosotros trabajamos con los ‘buzones de paz’. Son cajitas, pueden ser desde zapatos hasta cajitas de madera; nosotros tenemos unas cajitas que nos donaron. Sensibilizamos a la comunidad, los invitamos a que, si saben puntos de hallazgos o de casas de seguridad, etcétera, pues nos los den mediante un mensaje anónimo en esos buzones de paz que están colocados en puras iglesias”, explica Jaqueline.
Margarita: el hallazgo que cambió las búsquedas en el Ajusco
En el Ajusco, el colectivo Una Luz en el Camino colocó estos buzones de paz después de hallar los restos de Margarita Carmona, en junio de 2021. De 17 años, desapareció en Santo Tomás Ajusco, en julio de 2019. Fue la primera joven encontrada por una brigada en la que participó Jaqueline Palmeros. Primero hallaron un cráneo expuesto, a simple vista, y a partir de ahí comenzaron a rastrear.
“Te va a parecer algo de película pero así fue. Las compañeras decían: ‘sigue a tu corazón’. Entonces, ‘pues para allá’. Empezamos a caminar y encontramos una uña de acrílico. Seguimos caminando y encontramos una vértebra. Y quién sabe cómo empiezan a seguir una mariposa y ahí estaba. Margarita quería ser encontrada”.
Gracias a los buzones de paz, las áreas de búsqueda en el Ajusco se diversificaron. Y mientras cada año las desapariciones incrementaban, más colectivos surgían y crecían.

En agosto de 2024, se organizó una brigada para buscar a Miguel Ángel Lazo Roldán, desaparecido unos meses atrás, el 12 de febrero en Santo Tomás Ajusco. También participó Daniela Ramos, madre de Axel Daniel Gonzáles Ramos, desaparecido el 23 de junio de 2022 en San Miguel Ajusco. En esa ocasión, Jaqueline acudió, pensaba que estaba unida a aquellas madres porque sus hijos desaparecieron en el mismo lugar: el Ajusco. Tres meses después, en noviembre, volverían al Llano de Vidrio y recuperarían los restos de Monserrat.
“Le decía a mis compañeras, hay que bajar ahí, en el llano. Ahí hay que bajar, tengo la pinche curiosidad, algo, algo me mueve”.
Era un punto del polígono Llano de Vidrio donde, explica, ya habían rastreado antes. “Si en lugar de haberme ido hacia enfrente, me hubiera ido hacia la izquierda, la hubiera encontrado desde la primera búsqueda. Pero hoy te puedo decir que los tiempos de Dios son perfectos. A raíz de la desaparición de Monse, y ella a través de mí, he podido ayudar a muchísima gente”.
Otro resultado de las búsquedas en el Ajusco llegó también a finales de 2024. Los restos de Leonardo Sandoval Cázares, desaparecido en mayo de 2022 en San Miguel Ajusco, fueron encontrados a 20 kilómetros del lugar donde fue visto por última vez, en el límite con la alcaldía Tlalpan, y resguardado sin ser identificado en el Semefo de Xalatlaco, Estado de México.
Después de más de dos años de buscar a Leonardo, su madre, Rosalinda Cázares, recibió la notificación de las autoridades. En noviembre, realizó una ceremonia de despedida en el punto donde lo encontraron.

“Nunca abandonaré el Ajusco”
El domingo 7 de septiembre de 2025, Pamela Gallardo Volante cumplió 31 años. Su mamá, María del Carmen, cuenta que la familia mantiene la tradición de festejarla, aun cuando se han perdido ocho cumpleaños de no compartirlos con ella. “Cada año le decimos, ‘eres presente, aquí te amamos, te esperamos con los brazos abiertos’. Le partimos su pastel, le decimos, ‘tú no eres olvidada’”.
Este 2025, la familia de Pamela ha participado en varias jornadas de búsqueda en el Ajusco, en febrero, en marzo; en mayo hicieron un plantón en Tlalpan porque las autoridades cancelaron la búsqueda programada; y la última fue en julio, dos días después de la desaparición de Ana Amelí.
El suceso atrajo nuevamente la atención en el área, como pasó antes, con los casos de Monserrat y Margarita. Pero María del Carmen dice tener “muy poca esperanza” en que los hechos recientes cambien la manera en que las autoridades abordan la compleja dinámica de la desaparición.
En abril pasado, la jefa de gobierno de la ciudad Clara Brugada presentó un plan para la búsqueda de personas desaparecidas para los próximos cinco años. Dentro de las varias medidas anunciadas está la “creación de modelos de búsqueda generalizada y por patrones”, lo que definieron como “un nuevo modelo de búsqueda en sitios de interés forense en campo”. Sin embargo, las buscadoras consideran que no hay nada nuevo en eso, llevan años trabajando así.

Por aquellos días, las madres y voluntarios participaban en la Quinta Brigada Regional en el Ajusco. Al final de cinco días de jornada, informaron sobre la recuperación de seis restos óseos que faltan por ser identificados.
El 2 de julio, Luis Gómez Negrete fue nombrado nuevo titular de la Comisión de Búsqueda de Personas Desaparecidas en la Ciudad de México, después de la destitución de Enrique Camargo, que ocupaba el cargo desde 2022; un cambio de administración que mantiene a la expectativa a los colectivos de búsqueda.
Unos días después de recibir la noticia de la identificación de los restos de Monserrat, Jaqueline y otras buscadoras regresaron al punto donde la encontraron. Intentaron rescatar más de la joven, sin éxito; al final realizaron una ceremonia y colocaron una cruz en su memoria.
“Voy a ser una persona que nunca abandonaré el Ajusco, definitivamente. Por lo menos hasta encontrar la verdad, hasta saber qué pasó, y hasta encontrar lo más pueda de mi hija y de los demás, de todos los que estén ahí”, dice Jaqueline.
Para ella ni la búsqueda ha terminado ni la justicia ha llegado. Considera que aún tiene mucho por exigir, empezando por la investigación de la desaparición y de la jueza que liberó a dos presuntos responsables, ahora prófugos. También ha pedido reforzar la vigilancia en las rutas al Llano de Vidrio y garantizar que esto no siga ocurriendo. El reciente plan de Brugada también incluye la recuperación de espacios usados para el ocultamiento de personas.
“Claro que hay acciones contundentes que pueden terminar o por lo menos empezar a erradicar la desaparición y depósito ahí. ¿Qué están ocultando, que hay detrás de las desapariciones del Ajusco?”
GSC/ASG