México y Estados Unidos han firmado un acuerdo para supuestamente frenar el tráfico de armas que llegan desde la frontera norte a todo nuestro país.
El acuerdo se ha vendido a la opinión pública como una gran victoria para el gobierno de México, un “hecho histórico” que, según dicen, se hizo posible gracias a las reuniones de Marco Rubio, secretario de Estado de Donald Trump, con el equipo negociador mexicano.
En la realidad, el acuerdo al que Trump llegó con México es bastante superfluo.
Estados Unidos se ha comprometido a mejorar la vigilancia e inspección de la frontera mediante el uso de un sistema de rastreo, y a intercambiar información con las 32 entidades federativas sobre balística. Es decir, Trump solo se ha comprometido a lo que ya deseaba: vigilar la frontera y obtener información privilegiada en materia de seguridad.
Nada de lo que realmente se necesita para reducir el tráfico de armas está realmente sobre la mesa. El verdadero problema no está en el cruce fronterizo, sino antes, en la permisividad que existe dentro de Estados Unidos para comprar armas de asalto y rifles de alto calibre en el mercado informal.
No hay razón por la cual esas armas deberían estar disponibles para su venta en mercados poco regulados de estados fronterizos donde apenas se pide información de quién las adquiere.
Es decir, lo que realmente se necesita es regular la venta de armas en Estados Unidos de forma que el crimen organizado no pueda beneficiarse de la compra hormiga.
Por supuesto, Estados Unidos –y en particular el Partido Republicano– no está dispuesto a hacer esto. La libre portación de armas es un aspecto en extremo sensible para los conservadores americanos. Por consigna y dogma se oponen a cualquier tipo de regulación.
No es verdad que Estados Unidos quiera reducir el tráfico de armas a México. Si fuera así, Trump no estaría reduciendo el presupuesto de la ATF, la institución encargada de verificar los antecedentes penales de quien compra armas.
Más que tratar de convencernos que el acuerdo con Marco Rubio es importante, lo que el gobierno mexicano debería hacer es promover el litigio estratégico dentro de Estados Unidos. Esa estrategia, así como el financiamiento de organizaciones de mexicanos con doble nacionalidad que se opongan al tráfico de armas, tendría mejor rédito.
Lo que hoy está sobre la mesa es, más que nada, atole con el dedo.
Sé que es difícil pero México debe pedir más. Estamos haciendo demasiado por Estados Unidos. No somos tan débiles como estamos aparentando ser.