Como hace seis años, escribo estas líneas con la incertidumbre que los ganadores electorales me infunden. Sensación que recuerdo desde aquella victoria del Bronco, porque fue el inicio de un periodo donde se consumó lo que muchos augurábamos para una administración “independiente” embriagada entre aduladores, falsos profetas y equivocaciones en áreas claves que hundieron a Nuevo León.
Y por este antecedente, hoy, la marea naranja que arrasó con sus contrincantes, me tiene mucho más cauto que a la mayoría. Prefiero sentarme y observar las diferentes señales que dejó el oleaje para no equivocarnos otra vez con las falsas esperanzas que el ímpetu nos impone.
Tengo la sensación que (otra vez) votamos con las tripas y con ese enojo irracional que nos inunda cuando salimos a las urnas; comportamiento tan demoledor que hasta nos empujó a la calle en porcentajes que superaron el 50 por ciento y que fue determinante para doblegar las estructuras priistas, aunque tampoco debiera considerarse como sinónimo de éxito.
Primero, porque los datos duros demuestran que las victorias en NL y Monterrey representan solo la corteza de un tronco político nuevoleonés cohesionado por liderazgos prianistas que dominan el corazón del cuerpo burocrático de la Sultana.
Checa la información oficial y verás que el PRI ganó cinco de las siete diputaciones y súmale una extra por representación. Además, se llevó dos de las tres federales y en Monterrey (donde ganó Colosio) la cantidad de votos obtenida por Cienfuegos (PRI) fue superior a los obtenidos en las dos últimas elecciones, logrando meter hasta cinco regidores a la flamante alcaldía naranja.
Y a los tricolores, súmale la preponderancia legislativa del PAN y Morena que empujarán hacia un rinconcito a los seis diputados de MC que lidiarán con un congreso opositor para las propuestas que Samuel García necesite operar desde ahora en adelante.
Entonces, ¿cuán real es el hartazgo hacia la denominada vieja política? No veo en los resultados electorales un castigo porque los partidos tradicionales (gracias al voto popular) seguirán dominando los hilos que pueden mover o bloquear Nuevo León a su antojo. O si no, pregúntenle al Bronco, cuya inoperancia además topó con un Congreso que le hizo la vida imposible y le cobró su verborragia antisistema con vetos constantes.
Por eso estoy incómodo como durante aquel inicio de Rodríguez Calderón. ¿Ya escuchaste a Samuel? ¿Viste los nombres de su gabinete? ¿A poco no es similar su estilo al que prometió meter preso a Medina? ¿Aldo Fasci representa una bocanada de aire fresco para NL?
Todas contradicciones que sumamos en los primeros días y que demuestran la dificultad de realizar una campaña electoral basándose en una polarización que luego debe sostenerse con hechos cuando eres electo.
Y lo mismo para Colosio y su aura que desborda suficiencia. ¿Por qué lo primero que quiere vendernos es que auditará al alcalde saliente? Actitud que dista mucho de la construcción de liderazgo que yo deseo para un político joven y de la ecuanimidad que nos vendió en campaña.
¿Sabrá Luis Donaldo qué municipio gobernará? Adrián de la Garza fue votado por casi 190 mil ciudadanos en Monterrey, transformando este municipio en el único del área metropolitana donde los tricolores le ganaron a MC.
Conclusión: Tanto Samuel como Colosio tendrán crédito porque apenas comienzan, pero cuidado con el optimismo exagerado (y entendible) que nos dejaron los resultados electorales porque estamos adulando la punta de un iceberg naranja, cuya navegabilidad dependerá del gigantesco cuerpo opositor que domina las profundidades nuevoleonesas.
Santiago Fourcade