El exceso de confianza es uno de los peores defectos de un ser humano y para un político puede ser mortal durante una carrera electoral tan intrincada como la que presenciamos en Nuevo León.
¿Quieres ejemplos? Primero las damas; con Clara y todo un equipo de asesores todopoderosos que creyó que la acumulación de poder era proporcional a la victoria, y nunca comprendió un contexto nuevoleonés que la canibalizó. Hoy, deambula como un zombi que reacciona al ruido de la guerra sucia y cuyo aparato interno negocia con otras fuerzas que consideran más prometedoras. Tuvo todo para ganar y lo dilapidó porque se confió, comenzó tarde y visualizó erráticamente a sus rivales. Bye, Clara.
Segundo. Adrián, quien considera que su culto a la personalidad relacionado a las denuncias será una herramienta eterna y deberá frenar antes que sea demasiado tarde. ¿Por qué lo digo? Aunque me parezca positivo que publique información verídica sobre malos manejos de sus rivales, creo que su desgaste es excesivo y el golpeteo lo afecta mucho más de lo pensado. Una le salió bien (Clara), la segunda (Samuel) tuvo fuerza, pero más astillada y cuanto más avance veo innecesaria su exposición como personaje en una guerra mediática donde sur rival exhibe de forma exponencial cada punto débil en sus redes. Es de los líderes en las preferencias, pero confía demasiado en su estructura y debe afianzar las mismas redes priistas que hace seis años se les desbalagaron ante "El Bronco".
Tercero. Samuel y sus múltiples tentáculos digitales que empiezan a enredarse entre sí. Metodología que se asemeja al fenómeno independiente que encumbró a Rodríguez, pero que como toda secuela, sus contrincantes ya saben cómo actuar y anticipar ciertos movimientos. ¿Las encuestas? Estrategia básica para fomentar una opinión positiva, pero que no gana elecciones y urge que opere la tierra y suelte un poco tanto crucero buena onda. Con las redes no se gana y más en un contexto pandémico todavía impredecible ante el líder de la industria electoral callejera.
Cuarto. Colosio y su necedad por dejar que el resto se haga garras mientras él empuja su aura infranqueable rumbo a la presidencia hablando lo mínimo posible (debates incluidos). ¿Le alcanzará con su apellido? Por supuesto que no. Necesita 300 mil votos en un municipio donde su rival ya abrazó cada cuadrícula que podía seducir, pero Luis Donaldo confía en que los jóvenes se volcarán a las calles por lo que sus siglas representan. Error y debe dejar de confiarse, porque las alianzas subterráneas no las tiene tan amarradas como Cienfuegos y todos traicionan cuando las papas queman.
Quinto. Paco y su opuestísima vertiente a lo expuesto por Colosio. Lleva meses operando de una manera abrumadora casi todos los polígonos de Monterrey, pero se enfrenta a la antítesis de su modelo cuya estrategia difusa lo puede descarrilar sobre el final. Su posición debiera apuntar a las redes sociales para apuntalar la experiencia sobre todos lo demás. ¿Cómo llegar a la clase media alta? Confiarse en sus estructuras puede matarlo si en el día D se enfrenta a una masa votante que la supera.
Conclusión: Todos han llegado al punto donde prefieren confiar en exceso en ciertas variables, porque saben que no dominan otras donde quedan demasiado expuestos. ¿Qué debieran hacer? Mirar hacia atrás, estudiar las últimas elecciones y darse cuenta que ganaron aquellos que detectaron el momento exacto en el que sus rivales quedarían noqueados después de un buen golpe mediático. Hoy, al revés, los veo ansiosos y confiados. Todos gastaron mucha energía creyendo que su rival no se levantaría de la lona luego del primer golpe y recién ahora entendieron que esta contienda electoral será a 12 rounds y ganará quien racione la energía y distribuya mejor sus golpes. Ni en NL ni en Monterrey hay un ganador seguro y vencerá el que nunca deje de pegar, aunque su rival ya esté en el piso.
Por Santiago Fourcade