En estas primeras décadas del siglo XXI, vemos como las democracias del mundo han dado pasos firmes en la construcción de Estados Democráticos de Derecho que se caracterizan, entre otros elementos, por un papel activo de la sociedad civil que ejerce un contrapeso real frente a las decisiones de los gobiernos.
La Organización de la Naciones Unidas sostiene que las democracias exitosas se caracterizan por una sociedad civil fuerte que trabaja junto al gobierno por objetivos en común.
En México hemos visto en las últimas décadas una creciente participación de la sociedad civil organizada que ha logrado impulsar grandes avances en el fortalecimiento del Estado de Derecho. La sociedad civil mexicana ha trabajado a favor de los derechos humanos, de los grupos vulnerables, de la transparencia, de las víctimas, de la democracia, entre muchas otras causas.
¿Cómo lograr la implementación de un sistema de transparencia y rendición de cuentas sin la participación de la sociedad civil? No imagino como se pudieron construir reformas para combatir la violencia de género, el secuestro, la trata de personas, la tortura y la desaparición forzada, sin la presión y participación activa de grupos organizados de víctimas de estos terribles flagelos.
Las organizaciones de la sociedad civil han sido grandes aliadas del Estado en el apoyo diversos segmentos de la población.
Mientras la ONU señala que nunca como ahora había sido tan importante la participación de la sociedad civil, el gobierno de la llamada “Cuarta Transformación” la amenaza, la increpa, la embate y emprende acciones para debilitarla. Prueba de ello es la sensible disminución (50%) de recursos al programa de estancias infantiles y el anuncio de que el apoyo que se destinaba a las mismas sería depositado de forma directa a las madres beneficiarias del programa, sin explicar de qué manera estas madres lograrían con estos recursos encontrar un lugar con los elementos mínimos para garantizar la seguridad de sus hijos. Otro ejemplo de lo anterior, es el anuncio de la cancelación de los programas de apoyo a los refugios para mujeres víctimas de violencia. Decisión que no sólo no se explica porque afecta a la sociedad civil, pues resulta además increíble que se den estas decisiones en un momento en que la escalada en las cifras de feminicidios en el país no tiene precedentes.
La sociedad civil se encuentra bajo la mira de un gobierno que no quiere contrapesos de ningún tipo, que desdeña el valor y la generosidad de organizaciones civiles que han sido factor fundamental de la transformación social. Hoy, el titular del Ejecutivo Federal aprovecha su popularidad para denostar y acusar a las organizaciones civiles.
Lo que el nuevo gobierno ignora, (o tal vez finge ignorar) es que la fortaleza de un gobierno democrático pasa por el fortalecimiento de la sociedad civil organizada.
El movimiento por ciudadanizar la política ha sido una de las banderas que a lo largo de su historia, ha emprendido Acción Nacional, no sólo en su marco ideológico, sino en el desarrollo de políticas públicas concretas. Nuestra ciudad (León) ha sido testigo del desarrollo que los comités de colonos han tenido a lo largo de casi 30 años. A nivel estatal y nacional, las diversas organizaciones de la sociedad civil han encontrado voz y participación directa en la búsqueda de solución de problemáticas diversas.
Por otra parte, la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones públicas que les afectan no debe reducirse a la emisión de un voto cada 3 años, ni tampoco a “votaciones a modo” sobre temas que le interesan al gobierno en turno. En una democracia real, los gobernantes al momento de determinar qué rumbo deberá llevar la política social, financiera, educativa, política, etc, deben atender a las diversas voces ciudadanas. Las sociedades de padres de familia, las mujeres, los grupos de personas con discapacidad, las asociaciones de jóvenes, los comités vecinales, etc. pueden y deben incidir en aquellas decisiones que les afectan.
De manera opuesta a un Estado democrático, aquellos Estados caracterizados por sus políticas clientelares y con centralización de poder, han tenido como consecuencia la gradual reducción al poder ciudadano.
Es importante que la sociedad reflexione sobre cual es la calidad de democracia que queremos. Es cierto que el desarrollo democrático de México ha tenido luces y sombras. Es cierto también que nuestra sociedad es cada vez más crítica y pasa por un hartazgo ante los fenómenos de corrupción y la crisis de inseguridad. Pero esa sociedad crítica debe ser también corresponsable en la búsqueda del rumbo adecuado. Estoy segura que no será destruyendo a la sociedad civil como este país podrá salir adelante. Antes bien, difícilmente podremos encontrar un país con pleno desarrollo, paz y seguridad, si no es con la participación e impulso de la ciudadanía.