Ciencia y Salud

Nuevos asombros

  • La ciencia por gusto
  • Nuevos asombros
  • Martín Bonfil Olivera

La ciencia, a diferencia de otros sistemas de creencias, se basa en la continua búsqueda de nuevo conocimiento, acompañada del constante examen crítico del que ya se tiene. La ciencia evoluciona.

En los años 90 se puso de moda hablar de “el fin de la ciencia”: se consideraba que pronto ya no habría muchos misterios que descubrir en el mundo natural. No habría ya nuevos principios de la física o la química, ni fenómenos inesperados en biología.

Una de las áreas de la ciencia que parecen más sólidas y completas es la de la anatomía y fisiología humanas. Desde la escuela se nos enseñan las distintas partes (tejidos, órganos, sistemas) del cuerpo humano, junto con sus respectivas funciones. Y parecería que las entendemos cabalmente: que no hay ya misterios por descubrir.

Por eso son regocijantes los hallazgos como los publicados la semana pasada en la revista Nature: que tanto los pulmones como el cerebelo muy probablemente tengan funciones que hasta ahora no se habían sospechado, los primeros para fabricar las plaquetas, las células sanguíneas indispensables en el proceso de coagulación, y el segundo en la respuesta a recompensas.

Todos sabemos, desde la secundaria, que la función de los pulmones es oxigenar la sangre para llevar oxígeno a todos los tejidos del cuerpo. Lo que quizá no todo mundo sabe es que la formación de las células del tejido sanguíneo, tanto glóbulos rojos —eritrocitos— como linfocitos —glóbulos blancos— y plaquetas, tradicionalmente se asocia con otro tejido muy específico: la médula ósea. En ella, en el interior de los huesos, se hallan las células madre del tejido sanguíneo, que se multiplican y maduran para dar origen a las distintas células de la sangre.

Pues bien: un grupo de investigadores de la Universidad de California publicó su hallazgo de que una gran parte de las plaquetas son producidas —al menos en ratones— a partir de células progenitoras que se hallan en los pulmones. Calcularon que 50 por ciento de todas la plaquetas del cuerpo —unos 10 millones por hora— son producidas en los pulmones. Pudieron descubrirlo mediante técnicas que permiten visualizar la formación de nuevas plaquetas directamente en el pulmón del animal vivo.

Por su parte, investigadores de la Universidad de Stanford descubrieron algo que cambia el paradigma de que las funciones del cerebelo se reducen al control de las sensoriales y motoras de las que no somos conscientes, como el movimiento muscular y el equilibrio. Usando también métodos avanzados de visualización, hallaron que en ratones entrenados para oprimir una palanca para recibir agua azucarada como recompensa se activan células del cerebelo no solo al oprimir la palanca, sino en respuesta a la gratificación posterior, algo que se pensaba solo ocurría en el cerebro.

Ambos hallazgos se realizaron en ratones: habrá, por supuesto, que confirmar si se presentan también en humanos. Pero ambos abren nuevas perspectivas respecto a la complejidad del cuerpo. Y ambos utilizaron técnicas novedosas que no existían hace solo unos pocos años. ¿Qué nuevos descubrimientos haremos conforme la tecnología nos ofrezca nuevas maneras de explorar todo eso que hoy damos por ya conocido?

Sin duda, parte del gozo de la ciencia es que siempre, siempre quedan nuevas cosas por descubrir.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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